Etiquetado: truchas

Cuaderno de Pesca: Cita con el Tajuña (Guadalajara)

Flyfishing Tajuña River

Fecha: Julio de 2016
Lugar: Río Tajuña, Guadalajara (Castilla La Mancha)
Objetivo: Salmo Trutta
Equipo: Flyfishing

Crónica

Tenía que volver al Tajuña, por supuesto. Con la temporada prácticamente planificada al completo – tarea fácil con mi escaso ratio de salidas de entre 1 y 2 días por mes – aproveché el primer hueco disponible en el calendario para “improvisar” una jornada en tierras alcarreñas. No podía perder la ocasión de regresar a lo que fue mi escenario favorito durante el pasado año.

Ante la duda de si iba a ser ésta la única visita al Tajuña en el 2016, decido ejecutar un tímido plan de investigación, que se traduce en comenzar aguas más abajo de mi “zona de confort”, es decir, del tramo que conozco de manera aceptable. Así durante las primeras horas de la mañana podría satisfacer mis ansias de exploración, mientras que por la tarde habría ya alcanzado territorio “amigo”. No vamos a engañarnos, dedicando una o dos jornadas de pesca al mes… la cosa no está para tonterías. Nada me gustaría más que jugármela, mapa en mano, dejándome llevar por las promesas de maravillosos tramos soñados a golpe de Google maps… No me importaría “derrochar” horas infructuosas en dichas búsquedas, son una gran inversión a medio-largo plazo. Pero cuando el saldo de días disponibles en el calendario es el que es, toca gastarlos en lo esencial. Y a día de hoy mis esfuerzos siguen centrados en cubrir las necesidades básicas del pescador. Me pregunto si hay algo parecido a la pirámide de Maslow que defina y organice dichas necesidades de la pesca a mosca… ¿Y en qué lugar de su pirámide colocaría Maslow la pesca a mosca? Yo diría que algo tal que así, ¿verdad que estáis de acuerdo?

Pirámide de Maslow (Flyfishing?)

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Coto de Barbellido (Ávila)

Trucha del Barbellido (Sierra de Gredos - Ávila) / Flyfishing
Fecha: 18 de Junio de 2016
Lugar: Río Barbellido, Ávila (Castilla y León)
Objetivo: Salmo Trutta
Equipo: Flyfishing

Crónica

Un año después de compartir jornada en el Cabriel, Antonio, su hermano Miguel Ángel y yo volveríamos a coincidir para pescar esta vez en la sierra de Gredos, en el río Barbellido (Ávila). Sería esta la segunda ocasión en la que me acercaba a este magnífico paraje, pero la primera como pescador. Sus aguas me eran conocidas gracias a una visita hace ya más de cinco años, pero por aquel entonces no había comenzado aún mi andadura como pescador de aguas continentales, y mucho menos como pescador a mosca. Dos aproximaciones tan distintas a un mismo lugar aquella primera vez de esta pasada experiencia. Es increíble como la faceta de pescador hace que “miremos” un río, en lugar de simplemente “verlo” cuando acudimos a sus orillas. En cierto sentido, aunque ya sabía del Barbellido, esta era en realidad la primera vez que me acercaba a conocerlo.

Río Barbellido (Sierra de Gredos - Ávila)

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Río Duerna (León) - Coto de Priaranza

Cuaderno de Pesca: Coto de Priaranza (León)

Fecha: 14 de Mayo de 2016
Lugar: Río Duerna, León (Castilla y León)
Objetivo: Salmo Trutta
Equipo: Flyfishing

Nivel – 0,62 m (mínimo 0,12 m – máximo 2,08 m)
Caudal – 8,57 m3/s (mínimo 0,17 m3/s – máximo 108,27 m3/s)

Crónica

En plena mitad del mes de Mayo, la meteorología seguía sin dar mucha tregua en la zona norte del país. Ríos desbordados por las abundantes lluvias y los consecuentes desembalses. Sin embargo el coto de Priaranza, en León, ya lo había elegido para el 14 de Mayo tras el sorteo de principio de año. Quién iba a imaginar que a esas alturas el clima pudiera jugar tanto en contra. Así que con poco más que perder, salvo el tiempo, allí que fui haciendo caso omiso a las recomendaciones de los que conocían bien el estado de los ríos leoneses.

Con el Esla y el Órbigo totalmente desbordados, cruzaba los dedos de camino a Priaranza, esperando que los datos reportados por el SAIH del Duero la noche anterior pudieran corroborar que, aunque el río iba alto, estuviera en opciones de ser pescado, pues los datos se alejaban mucho de los máximos anuales reportados. Así que nervios durante el viaje de ida, deseando poder asomarme al puente de Priaranza y comprobar de primera mano el caudal y color de las aguas. Tampoco es que ciertamente pudiera comparar, pues era la primera vez que me acercaba a los ríos leoneses… así que primera vez en León, en el Duerna y en el coto de Priaranza. Tras aparcar, un vistazo rápido me tranquiliza… el río va ciertamente alto como para vadearlo tranquilamente, pero las aguas bajan cristalinas.

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Pesquera de Ebro (Burgos)

Cuaderno de Pesca: Pesquera de Ebro (Burgos)

Crónica

Con el mes de Abril ya agotado, y teniendo en cuenta que la primera jornada había tenido que ser abortada por fuerza mayor, eran muchas las ganas (¿ansias?) de poder realizar unos lances con los que inaugurar la temporada truchera 2016.

La fecha para visitar este coto ya había sido fijada a principios de año tras el sorteo, para hacer coincidir la misma con una visita a las Merindades de Burgos durante el puente de Mayo. Siendo los ríos Nela y Trueba ya conocidos, había que aprovechar la ocasión para descubrir un nuevo escenario, y el coto de Pesquera de Ebro ofrecía una opción atractiva para dichas fechas. Su fama le precede, conocido por albergar una buena población truchera, pero precisamente por su dificultad a la hora de enfrentarse a sus posturas. Once kilómetros de coto, y sin embargo tan solo unos pocos de ellos son fácilmente accesibles sin jugarse el tipo; el río está fuertemente protegido tanto por la vegetación de ribera como por el impresionante cañón que el Ebro.

Río Ebro - Pesquera de Ebro (Burgos)

Río Ebro a su paso por «Pesquera de Ebro» (Burgos). El cañón se hace cada vez más fuerte río arriba.

Y en esto que llega por fin el día 1 de Mayo, día de la madre también, y la tónica general de los ríos seguía siendo no muy favorable para la pesca, con crecidas generalizadas en casi todo el tercio superior peninsular. El tiempo amenaza frío (máximas de 6 grados) y lluvia (aunque escasa). Así pues, no sin cierto nerviosismo, nos dirigimos hacia la localidad de Pesquera de Ebro con los dedos cruzados. A pocos kilómetros del pueblo la carretera circula ya junto al impresionante cañón del Ebro, dejando vislumbrar en ocasiones el río, abajo, a muchos metros abajo. Las vistas son magníficas, y la imaginación se dispara pensando en las truchas que deben habitar semejante santuario libre de pescadores.

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Darío y las truchas

El pasado verano Darío tenía 4 años. Llevaba ya tiempo emocionado con la idea de acompañar a su padre a pescar truchas. Y por fin iba a cumplir su sueño. Esta vez no se conformaría con preguntar cuantas truchas había pescado su papá, o si éstas eran muy grandes. Esta vez Darío estaría allí. Y no solo sería testigo, si no que sería el auténtico protagonista de la jornada. Entre sus logros:

  • Soportar toda la jornada!
  • Manejar la sacadera perfectamente para capturar las truchas
  • Enganchar dos señoras arcoiris y ser capaz, tirando de carrete, de llevarlas a la orilla
  • Ocupar el puesto de operador de cámara

Aquí una pequeña muestra, mi homenaje de orgulloso padre, con el metraje que él mismo grabó.

Cuaderno de Pesca: «Ceñajos» (Río Cabriel)

Río Cabriel

Cuaderno de Pesca: Los Ceñajos del Cabriel – Cuenca

Fecha: Junio de 2015
Lugar: Cuenca (España)
Objetivo: Salmo trutta
Equipo: Flyfishing

Crónica

Y aquí estamos, Antonio, su hermano Miguel Ángel y yo, camino del Cabriel. Después de todo este tiempo, y tras poner en común el calendario de la temporada 2015, por fin pude compartir jornada con PescataMinuta.  Dos horas largas de viaje en coche por delante, poca cosa teniendo en cuenta todas las conversaciones pendientes. La parada técnica nos depara un señor desayuno; poderosa tostada con tomate.

Llegamos, preparamos equipo y nos dirigimos al límite inferior del tramo, con idea de arrancar desde el puente, para alcanzar el coche a la hora de comer, y continuar por la tarde río arriba. El «kick-off» oficial lo gestiona Antonio orquestando la foto de grupo. Me hace especial ilusión – cuando es compartida, esta afición suma muchos puntos.

Nos organizamos: Antonio y Miguel Angel me cuentan un poco su «modus operandi» habitual, y me dan libertad de movimiento. Como «cascarón de huevo» prefiero ceder a los veteranos el paso, me quedo atrás, y comienzo a pescar la zona desde el puente hasta los primeros saltos de agua. Ante mí un tramo de gran belleza, y tengo firme intención de disfrutarlo centímetro a centímetro.

En la primera poza de esta zona localizo una trucha. No se está cebando, así que pruebo con ninfa (varias), sin suerte alguna… ni se inmuta. Me ha visto, seguro, aunque no huya. El agua es tremendamente cristalina, y está claro que voy a tener que mejorar mucho mi escasa destreza a la hora de poner en practica el sigilo.

Miguel Ángel y Antonio se adelantan, y comienzan a seca desde el principio. Veo a Antonio hacer sus lances justo por encima de los saltos, mientras voy avanzando poco a poco, teniendo que salir del río para poder librar la primera «pequeña» poza (esta vez prefería resistirme a hacerme unos largos desde ya tan temprana ocasión). Insisto a ninfa, y sería justo en las corrientes bajo los saltos de agua donde saco la primera trucha de la mañana.

Animado, peino todos los rincones de la zona de corrientes primero, y de las pocillas superiores después, pero sin ser capaz de repetir hazaña. Un enganche de mi ninfa en una rama traerá como sorpresa descubrir que otros tres perdigones también adornaban la misma (punto caliente sin duda de ofrendas a los árboles). Convencido de haber exprimido al máximo estas posturas decido avanzar, pensando que Antonio y Miguel Ángel estarían ya bien lejos. Por suerte nuestros metabolismos de pescador son similares, y sincronizamos bien las distancias y tiempos.

Trucha del Cabriel

Llegado a una tabla no muy profunda comienzo a ver las primeras cebadas. Truchas de porte pequeño-mediano, pero abundantes, que me motivan a cambiar a seca. Me sorprendo espantándolas con unos lances muy torpes, poco delicados. Me obligo a «respirar»… no solo voy a tener que hacer sobre-esfuerzo con respecto al sigilo, sino también prestar más atención al lance, memorizando los movimientos de brazo y muñeca que ofrecen las mejores posadas. Aun así, todas las moscas rechazadas.

Miguel Ángel viene hasta mi altura para avisarme de que podría ser buena hora para comer. El sol empieza a apretar bien, y la idea de descansar un poco a la sombra y retomar fuerzas es inmejorable. Aprovechamos, obviamente, para intercambiar opiniones. El resultado es similar para los tres, y la presencia abrumadora del «chochín» es tema de conversación. Parece que las truchas no están predispuestas a comer otra cosa. Acostumbrado a mis jornadas en solitario, la tertulia del bocata se disfruta especialmente; gran momento en buena compañía.

Las temperaturas son ya elevadas, toca protegerse del sol, y los tres volvemos al río en el mismo orden, pero esta vez todos a seca. Decido peinar más rápido el río. Veo pocas cebadas, y algunas pozas me obligan a salir del río justo cuando empiezo a aproximarme a algunas zonas interesantes (el vadeo de este tramo a veces es complicado para los que escasamente superamos el 1,70). Localizo bastantes truchas desde la orilla, pero todas fuera del alcance. Imposible lanzar desde el río, menos aún desde la enmarañada orilla (¡no eligen esas posturas por casualidad!). Decido adelantar a Miguel Ángel y Antonio, para explorar el tramo (ellos lo conocen, pero para mí es todo un mundo nuevo).

Encuentro un buen acceso a una tabla de profundidad media, y localizo una trucha cebándose a unos 14 metros río arriba. Se ceba muy despacio, mostrando aleta dorsal y gran parte del lomo cada vez. Carece del nervio y de la electricidad de las pequeñas… todo indica que tiene un tamaño «interesante». Monto una efémera en tono amarillo, muy «veraniega» como la calificaría Miguel Ángel más tarde. Me lo tomo con calma, y voy haciendo suaves lances calculando la distancia sin prisa. No quiero posar la línea sobre el pez. Cuando por fin coloco la mosca donde esperaba, nada. Un par de intentos más, posando a izquierda y derecha, por si la trucha ha cambiado a otra vena de corriente. No la veo, ya no se ceba.

Pensando que la he podido asustar, dejo de lanzar, y me quedo observando. ¡Vuelve a cebarse! Sigue ahí, y yo vuelvo a la carga. Antonio llega hasta donde estoy, mientras continúo en la brecha. El reflejo del sol en el agua hace difícil seguir la mosca a esa distancia. Logro localizarla, veo que deriva perfectamente, a la misma velocidad que esa otra ¿»mosca»? ¿Cuál es la mía? No consigo saber cual de los dos objetos flotantes es mi efémera, lo cual indica que al menos no está dragando. Una de las dos moscas desaparece súbitamente. ¿Dónde está? Clavo. Clavo porque es lo que hay que hacer ante la duda, no muy convencido hasta que compruebo que la caña se carga, y mucho. Llamo a gritos de emoción a Antonio, que había salido por mi izquierda apenas unos segundos atrás. No parece muy grande, pero tira con fuerza para esconderse bajo la orilla. Antonio llega, me anima, se pone a grabar. Consigo finalmente llevarla a la sacadera. Ronda los 40 centímetros, pero lo que más llama la atención es su prominente barriga… Está bien alimentada. Pesa. Una joya. Un par de fotos y vuelta al río. Y a mi no se me quita la sonrisa de la cara. Difícilmente olvidaré la captura de esta hermosa trucha.

Ceñajos

Terminaríamos la jornada en la parte superior del tramo, los tres juntos, Miguel Ángel y yo a un lado, viendo como Antonio intentaba colocar la mosca a una trucha «king size» localizada aguas arriba, pero demasiado lejos, imposible vadear para una mejor aproximación… ¡siempre saben donde ponerse!

Resultado

De nuestro lado: 2 truchas por barba + 3 perdigones (Gracias, compañero pescador anónimo. Espero que los dioses de los árboles no me castiguen por robarles tu ofrenda)

De lado del Cabriel: Un nuevo admirador con muchas ganas de volver.

Conclusiones

Lo bueno: Una jornada de pesca en magnífica compañía. Se hizo esperar la ocasión; ¡por mi parte se repetirá en cuanto se presente una nueva oportunidad! Y como gran valor añadido, que uno de los compañeros esté detrás de un gran blog, donde poder ver otro punto de vista de esta misma experiencia.

Lo malo: Una vez reposada la jornada, y desde la distancia que otorga el tiempo, el total de capturas fue algo bajo para las expectativas, aunque precisamente por la dureza del «terreno» bien supieron a gloria.

Cuaderno de Pesca: «Breaking Good»

Río Tera - Breaking Good

Cuaderno de Pesca: Río Tera (EDS) – Zamora

Fecha: Mayo de 2015
Lugar: Camarzana de Tera, Zamora (España)
Objetivo: Salmo trutta
Equipo: Flyfishing

Crónica

En el EDS del Tera capturé mi primera trucha, gracias a una cucharilla Mepps dorada. No, no era un chaval imberbe con camiseta de Naranjito. Esto fue hace no mucho, peinando ya canas, apenas estrenando mi equipo de spinning (hace dos telediarios). Confieso sentir especial predilección por este maravilloso río, pero no por esa nostalgia o romanticismo de la primera vez. Ni tampoco por su – a mi parecer – gran belleza, aunque sin duda alguna ayuda, y mucho. Sino por como me ha castigado durante mucho tiempo, o tal vez sea más cierto decir, por todo lo que me ha exigido y yo no he sido capaz de dar.

Después de esa primera trucha vino otra, el mismo día, al anochecer. La recuerdo perfectamente; muy luchadora. Consiguió soltarse antes de llegar a la orilla. Y esa fue mi última captura en el EDS durante estos años. Desde entonces, este tramo localizado junto a Camarzana de Tera ha sido mi reino particular de los grandes bolos. Tanto todas las veces que volví a spinning, como todas aquellas otras, más recientes, en las que regresé a mosca. Llegaba a tener peces a mis pies, pero no al otro lado de la línea.

La desesperación crecía, aliviada solo al pensar que tal vez el problema era ajeno – conocido autoengaño, pero efectivo -. Hay pocas truchas, demasiada presión… Aún así, lejos de rendirme, insistía una y otra vez. Apenas unos días antes de esta última jornada en el Tera, un buen artículo – como es habitual – de Cul de Canard sobre el futuro de este tramo, junto con su sabio consejo de apostar por ninfas, me obliga a la reflexión. Aquella que te sugiere definir una estrategia, abordar el río de forma distinta, a no cometer los mismos errores, a no dar nada por sentado y huir de vicios. A no seguir la linde habitual.

Olvidar todo para aprender de nuevo. Tomar conciencia de que elegir entre ninfa o seca es en realidad una decisión independiente de nuestro antojo egoísta, que está por encima de nuestra vanidad, y que disfrutar de la jornada pasa inevitablemente por aceptar dicha realidad y actuar en consecuencia. En nuestra mano si está adaptarse a ella y disfrutar, o plegar el equipo y buscar otra postura, otro lugar, otro momento. Algo que no es trivial para los seres de una civilización que llevamos siglos haciendo justo lo contrario, adaptando el entorno a nuestras necesidades. La frustración vive entre esas dos tierras, y si la montaña no viene a mí, yo voy a la montaña.

Y las truchas llegaron, a ninfa primero, y a seca después. Pequeñas todas, como la palma de mi mano la más grande, y sin embargo la satisfacción fue enorme. Tan pequeñas eran que, las que entraron seca, salían volando al clavar. Tan alta había sido la montaña a escalar en este escenario, que nunca antes peces tan pequeños me habían regalado tanto. Río a carcajadas, creyendo estar solo, pero tengo compañía. Un pescador veterano me observa desde la orilla, reflejando una extensa sonrisa:

– ¡Algunas vuelan! – le comento aún riendo.

– ¡¡Esas pequeñas tienen alas!! – me contesta a la vez que se despide con la mano y continua su marcha.

Es medio día y debo regresar. Al salir del agua otro pescador, sentado en la orilla está terminando su bocadillo. Un compañero mosquero de Valladolid que, apasionado por el Tera, me cuenta su experiencia. También ha disfrutado con estas pequeñas pero maravillosas truchas.

De camino al coche me cruzo con otro pescador. Parece frustrado, y me pregunta si yo he tenido suerte con alguna de «tamaño», mientras se asoma nervioso al río. «Grande no he visto ninguna», respondo, sin poder dejar de sonreír. Ni falta que me hace hoy. Mañana será otro cantar.

Resultado

De nuestro lado: 6 bravísimas truchas.

De lado del Tera: Nada, esta vez no pidió nada a cambio.

Conclusiones

Lo bueno: Romper la maldición. Alcanzar el punto de inflexión que inevitablemente no solo cambia mi percepción de este tramo, sino de la pesca a mosca en general.

Lo malo: Dicen que más vale tarde que nunca, pero aún así me quedo con la sensación de poder haber llegado a este resultado mucho antes. En cualquier caso, desde la distancia, y con más experiencia, todo parece más fácil.

 

Cuaderno de Pesca: Río Tajuña (Guadalajara)

Río Tajuña

Cuaderno de Pesca: Conociendo La Alcarria

Fecha: Abril de 2015
Lugar: Guadalajara (España)
Objetivo: Salmo trutta
Equipo: Flyfishing

Crónica

Vivir en Madrid te puede proporcionar una magnífica situación estratégica al estar ubicada en el centro peninsular: todos los destinos trucheros te pillan casi igual de lejos. Peor lo tienen en Sevilla, desde luego, pero en cualquier caso difícilmente vamos a poder evitar marcarnos una hora y pico de viaje de ida, y otra de vuelta, como mínimo. Pero ahí mismo está la ventaja, no hay que vencer pereza alguna puesto que los kilómetros vienen de serie, y podemos decidir ampliar algo más el radio de acción.

Castilla La Mancha iba a tener su momento esta temporada 2015, eso ya lo tenía claro el año pasado, pero el detonante necesario para poner fecha en el calendario iba a venir tras poner en común planes con Antonio (PescataMinuta.es). La posibilidad de conocer escenarios de la comunidad manchega acompañado de la mano de alguien que conoce bien la zona, y de la que además se puede aprender mucho, es obviamente una cita de obligada asistencia. Ya teníamos plan A. Pero luego resultó que el plan A no pudo ser; de ello se encargaron unas maravillosas tormentas en toda la zona centro peninsular de pronóstico asegurado casi al 100%. Adelantar un día la jornada fue algo que al final solo yo pude hacer, a última, última hora.

Y a solo cuatro horas y media para que sonara el despertador, todavía me veo frente al ordenador rematando el itinerario. Investigación exprés vía (bendito) Internet, intentando localizar un destino accesible para alguien que desconoce totalmente la zona, y que esté aproximadamente a una hora y cuarto desde casa, pues solo podía dedicar la mañana. Guadalajara. Tajuña. Allá voy.

«Aterrizado» ya en la zona prevista, mañana fresca, cielo cubierto que amenaza alguna lluvia esporádica y poco intensa (según el tiempo.es, no creáis que saco toda esa información oteando las nubes y oliendo el aire). Con todo preparado arranco por el sendero que acompaña al río a lo largo de una zona de suaves corrientes con posturas interesantes, pero estoy decidido a contener mis ganas de dar palos al agua. La excusa de río «nuevo» me ayuda en el espíritu de investigación, y sigo subiendo hasta llegar a una bonita poza en la que se dibujan nítidamente cuatro pintonas. La belleza del escenario se convierte también en la principal desventaja, pues el tronco caído que cruza las aguas es buen refugio y complica no solo el lance, sino las opciones de llevar al pez a la sacadera en caso de éxito con la primera parte.

Trucha del Tajuña

Me obsesiono con intentar engañar a la más grande, la más pícara, que se hace dominante justo en el comedero de entrada a la poza, bajo el tronco. Un error, pues no consigo nada y dedico demasiado tiempo buscando distintas posturas desde ambas orillas. Desesperado continúo río arriba, a una zona de corrientes de unos 40 metros que une la poza con unas profundas tablas. En las corrientes, similares a las que dejé atrás en el principio del tramo, consigo sacar dos pequeñas truchas que entran a ninfa (perdigones del 16). Esto que parece poco – bueno, objetivamente lo es -, me proporciona la energía necesaria para remontar el pesar del fin de semana anterior en el Jerea, inaugurando por fin la temporada. Personalmente considero que no hay trucha que no merezca su lugar en nuestras crónicas, por pequeña que sea, y mucho menos cuando es la primera en llegar a la sacadera tras tantos meses ansiando ese momento…

Con la actitud positiva que siempre da una captura, avanzo hasta arriba de las corrientes, y me sitúo justo a la entrada de la misma, para realizar varios lances a la tabla profunda que tengo ante mí, imposible de vadear. El río en esa zona se encajona entre los cañizos de una orilla y el terreno elevado de la otra. Dirijo mis lances a la margen izquierda, al exterior de la curva, avanzando poco a poco. En el bajo un tandem ninfa-seca. No he visto cebadas, así que la seca cumple fundamentalmente como señalizador, que se desliza muy suavemente aguas abajo. Mis ojos la siguen anticipando, ansiando, ese momento en el que desaparece repentinamente bajo la superficie… y así fue. Levanto la caña. Al otro lado, desesperada, arranca una carrera loca de margen a margen, para abajo y para arriba, saltando… Con aproximadamente unos treinta centímetros, nada tiene que ver con sus primas de hace unos minutos. Ya casi la tengo, echo mano a la sacadera… y nada que llevar a ella…

Abandono el río por la orilla derecha. El sendero se eleva y me deja apreciar la tabla, profunda, de aguas claras, que da paso donde dos pozas muy próximas que acumulan un notable número de truchas. Solo puedo fijarme en una de ellas. La vigilo durante buen rato, mientras aprovecho la posición elevada para descansar y comer. Memorizada toda la estrategia, ya solo faltaba intentarlo. Bajo sigilosamente a la orilla, una zona de vegetación alta me ocultaría mientras lanzo por encima de ella… fango… mucho fango… me hundo… salgo de la orilla. La cosa no iba a ser tan fácil. Dejo la caña a un lado y me dedico a investigar desde que zonas puedo aproximarme sin llegar a hundir las botas por encima del tobillo. Tendrá que ser desde ahí… 15 minutos después el señalizador desaparecía justo cuando debía hacerlo. En el extremo del tippet una Copper John del 14. Y a continuación de la ninfa la trucha más deseada. Lucha dura para los dos. Ella terminó en la sacadera; yo embarrado y semi-enterrado hasta las rodillas. Un magnífico broche a la jornada, tocaba volver.

Resultado

De nuestro lado: Me quedo con esa preciosidad de treinta y siete centímetros.

De lado del Tajuña: Un nuevo admirador. Me costará seguir explorando nuevos destinos mientras quede tanto por conocer y disfrutar de él. Bueno, y alguna que otra mosca que como siempre hay que ofrecer a los dioses árboles.

Conclusiones

Lo bueno: Remontar de esta forma la experiencia del arranque de temporada. La ilusión de descubrir nuevos tramos.

Lo malo: Las grandes saben latín… y tienen sus posturas allí donde el lance es «casi» imposible.

Cuaderno de Pesca: Río Jerea (Burgos)

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Cuaderno de Pesca: Cuenca del Ebro (Burgos)

Fecha: Abril de 2015
Lugar: Las Merindades, Burgos (España)
Objetivo: Salmo trutta
Equipo: Flyfishing

Crónica

Con el habitual exceso de entusiasmo y motivación de la apertura de temporada, acudimos Jose y yo a las aguas del río Jerea. ¿Por qué el Jerea? Por simple falta de coordinación al elegir los permisos. Que pudiéramos coincidir el domingo en Medina de Pomar (Burgos) no estuvo claro hasta pocos días antes, y lo mejor que pudimos conseguir fue igual que nada: Jose en el AREC del Trueba y yo en el AREC de Villarcayo. Con los pases confirmados era ya imposible cualquier jugada (ni cancelación ni adquirir un nuevo pase el mismo día para otra zona).

O nos íbamos cada uno por su lado, o buscábamos una alternativa «libre» (sin necesidad de permiso). ¿Qué teníamos?

ORDEN FYM/161/2014, de 11 de marzo, por la que se declaran las aguas trucheras de Castilla y León.
Cuenca del Ebro:
[…] El río Jerea: Desde su nacimiento hasta el puente de la localidad de Pedrosa de Tobalina. No se consideran trucheras las lagunas de Dobro ni el Embalse de Monteagudo de las Vicarías. No se consideran trucheras las aguas del embalse de Arija.

¡Bingo! Aguas abajo de Pedrosa. Y allí fuimos. Y allí pescamos (bueno, Jose, yo no). Veamos el breve resumen de sensaciones y experiencias de la jornada:

  • Aquello parecía la feria. Inicio de temporada, si… pero demasiada gente para ser tramo «no truchero»
  • ¿¡Por qué declaran este tramo como no truchero!? WTF!! – Que venga el equipo de investigación de El Mundo a explicarlo, o Iker Jiménez mejor…
  • Como legalmente es «no truchero», pues imaginen ustedes las variété de artes empleadas…
  • Un río de gran belleza. Venía alto, pero de aguas cristalinas, con profundas pozas y pequeños saltos.
  • «Por aquí puedo cruzar… si, ya casi estoy, me agarro a la rama, medio metro y llego a la otra orilla. ¡Mierda!» (más profundidad de la esperada, agüita fresca entrando por el vadeador… Y justo hoy que me olvido la bolsita estanca para el móvil… a tomar Fanta!! Teléfono kaput.

Reconozco que ir a un tramo libre, declarado no truchero, y encontrar truchas es algo a lo que no estoy acostumbrado. Pero la alegría da paso a un sabor agridulce. Supongo que me entendéis. Y más aún cuando uno es además el animal exótico presente (¿nadie más ha venido con sus moscas?). No soy un radical de la captura y suelta (bueno, solo para mí mismo, pero no hacia los demás). Entiendo que el que quiera llevarse una trucha a casa tenga derecho a disfrutar esa opción, dentro de la legalidad. Pero si precisamente la legalidad pone «a huevo» el aperturismo del captura y fríe en un tramo que bien podría declarado truchero, ahí ya no entiendo nada.

Temporada de Pesca 2015 (Burgos)Si veo el mapa de aguas trucheras de Burgos, se me antoja extraño el mismo… Simplemente no lo entiendo, y desde luego me encantaría conocer los criterios (honestamente) para seguramente poder aprender la base medio ambiental de dicha decisión. Siendo «malo» (paranoico), diría que parece un «Oasis»… por poco tiempo.

Tramo no truchero - Río Jerea (Burgos)

En el apartado puramente «pescador», puede que haya sido uno de esos días duros, de bolo, donde además uno sufre especialmente enredándose casi con todo lo habido y por haber. Alguna trucha vi, pero nunca a tiro, posturas imposibles… lo que supuso acabar pescando al agua, palos de ciego, y encima termino dándome un pequeño baño y el teléfono sufre las consecuencias…. puff… se que vendrán jornadas mejores. Al menos el teléfono, lo pude revivir gracias al truco de secarlo con arroz (funcionó al 100% – mi iPhone resucito cual ave Fénix… buscad en Google, hay multitud de artículos explicando el proceso).

Tal vez fuera el exceso de entusiasmo, de ganas y de expectativas del primer día de la temporada… pero que junto a mi falta de habilidad hicieron que fuera un día de chasco… un poco más frustrante cuando además tu compañero de pesca si que consigue salvar la actuación. No es que uno no se alegre, Jose, pero digamos que no contribuye a suavizar el estado anímico post-jornada.

Resultado

De nuestro lado: (del de Jose, no del mío) 4 truchas entraron al engaño.

De lado del Jerea: Unas 6 moscas destinadas a la decoración navideña del próximo Diciembre… y casi se lleva por delante mi teléfono móvil.

Conclusiones

Lo bueno: Estreno de temporada, buena compañía… estar en el río.

Lo malo: Desde mi humilde opinión – sin base técnica alguna – creo que debería (volver a) declararse truchero. Me gustaría que alguien me contara por qué estoy equivocado.