Etiquetado: Cuaderno de Pesca

Cuaderno de Pesca: La última del 2015 (Río Tajuña)

Sin título

Fecha: 26 de Septiembre de 2015
Lugar: Guadalajara (España)
Objetivo: Salmo trutta
Equipo: Flyfishing

Crónica

Las vacaciones de verano, disfrutando en familia de la playa, y el comienzo de curso me habían apartado de los ríos durante algo más de un mes. Por fortuna para mí, el calendario de vedas – y la ausencia de desembalses – todavía iba a permitirme una última escapada a tierras alcarreñas, para cerrar así la temporada 2015 en un río, el Tajuña, que ha sido con diferencia el escenario donde mayor fortuna he encontrado este año.

Sin título

Ciertamente, las buenas experiencias de cada jornada en este escenario son las culpables de haber decidido sacrificar el explorar o investigar nuevos tramos durante el 2015 en Castilla La Mancha, para volver una y otra vez. Comprenderéis mi decisión si os digo que, en mi primera aproximación, conseguía una doble victoria moral: remontar un mal comienzo de temporada, y conseguir la que sería hasta esa fecha mi trucha autóctona récord capturada.

El plan para cerrar la temporada en este escenario era claro: ir directo a aquellas zonas que habían resultado ser más productivas en el pasado, y ganar así tiempo para remontar el río por encima de lo habitual, intentando darme un pequeño margen explorador.

Las secuencia del plan: 1-poza, 2-chorreras, 3-poza, 4-corrientes, 5-tabla, 6-explorar…

Y el resultado del mismo:

1) La primera poza es una de las zonas más bellas de el tramo, pero de lance muy complicado por los troncos caídos que la atraviesan y por la cobertura de ramas. Sin actividad aparente, no puedo localizar a ninguna pintona. Pesca al agua con resultado evidente de pérdida de moscas.

2) Dejando atrás la poza se sube por un pequeño conjunto de chorreras que en apenas 40 metros proporcionan buenas posturas para buscar a esas pequeñas agazapadas junto a las corrientes. Cuatro de ellas no pueden resistirse a un magnífico perdigón de Pablo Robles.

3) En la segunda poza albergo esperanzas, como mínimo, de poder ver algún que otro ejemplar de mayor porte. Actividad nula. Decepción total, pues sentía que justo allí tendría que ocurrir un buen cierre de temporada.

Sin título4) Remonto río arriba hacia un tramo de corrientes que conducen a una larga tabla, todavía extrañado por la ausencia de truchas en la poza anterior. Pronto olvido el episodio, entretenido como estoy llevando a la sacadera cuatro capturas más. Todas a ninfa. ¡Un buen empuje para la moral! (y una sonrisa en la cara). Me tomo mi tiempo, disfruto de cada rincón del río.

5) Llego al comienzo de una larga tabla. Se que solo puedo vadear el comienzo de la misma, pues es profunda para mi estatura. Tener el agua a la altura del pecho mientras las piernas se hunden en lodo hasta casi las rodillas no es una sensación que me guste, ni mucho menos que relaje. Me detengo al principio de la tabla. Ninguna cebada hasta ahora en el río. Me siento y observo durante más de cinco minutos esos 25 metros de río. Hasta que la calma se rompe bruscamente. Una trucha se ceba violentamente algo por encima de la mitad del tramo, justo a un par de metros por delante de un árbol caído que cruza el río de orilla a orilla. Diez segundos más tarde otra lo hace por detrás del tronco. Por fin. Ahora o nunca.

Quito la ninfa y ato una preciosa efémera del 14, cuerpo amarillo, alas en V de CdC. Situado a unos diez metros, y tras tres lances a la zona caliente, nada. No se vuelve a cebar; ni ésta ni la que estaba cinco metros más arriba. Cuarto lance, algo más largo que los anteriores. El viento, los árboles, los pájaros, yo… todos contenemos la respiración. La superficie se rompe engullendo totalmente a la imitación. El pulso a se dispara mientras la cabeza no deja de templar las maneras con ordenes racionales; posición de la caña, uso del carrete, prepara la sacadera… Esta no va a superar ningún récord personal, lo se mientras mantengo la pelea, pero tengo que llevarla a la red, y conocer de cerca a la que será la última del 2015, a la que decide regalarme ese momento que solo «la seca» puede ofrecer.

La trucha, de unos treinta centímetros, es hermosa como todas las anteriores. Pero ésta, sin duda, ocupa ya un lugar especial en el rincón de la memoria de ésta temporada, y de las pasadas, y de las futuras.

6) Explorar. Lo dejo para el 2016. Decido dedicar los últimos minutos a recoger pausadamente, caminando por el río, despidiéndome del Tajuña con la grata sensación de estar rematando una temporada llena de buenos momentos.

Sin título

Resultado

De nuestro lado: 9 truchas alcarreñas. A ninfa y a seca.

De lado del Tajuña: Una abundante y merecida ofrenda de moscas a los espíritus del río, como tributo por el buen año concedido.

Conclusiones

Lo bueno: Una inmejorable forma de acabar la temporada, tanto por la captura final – broche de oro de jornada y año – como por las ganas y la ilusión de continuar investigando los ríos de Guadalajara y Cuenca.

Lo malo: Eché de menos ver más ejemplares en algunos de los lugares que tenía marcados como «calientes». No puedo evitar cierta preocupación, aunque imposible de juzgar si justificable o no con la observación de una jornada puntual.

Cuaderno de Pesca: «Ceñajos» (Río Cabriel)

Río Cabriel

Cuaderno de Pesca: Los Ceñajos del Cabriel – Cuenca

Fecha: Junio de 2015
Lugar: Cuenca (España)
Objetivo: Salmo trutta
Equipo: Flyfishing

Crónica

Y aquí estamos, Antonio, su hermano Miguel Ángel y yo, camino del Cabriel. Después de todo este tiempo, y tras poner en común el calendario de la temporada 2015, por fin pude compartir jornada con PescataMinuta.  Dos horas largas de viaje en coche por delante, poca cosa teniendo en cuenta todas las conversaciones pendientes. La parada técnica nos depara un señor desayuno; poderosa tostada con tomate.

Llegamos, preparamos equipo y nos dirigimos al límite inferior del tramo, con idea de arrancar desde el puente, para alcanzar el coche a la hora de comer, y continuar por la tarde río arriba. El «kick-off» oficial lo gestiona Antonio orquestando la foto de grupo. Me hace especial ilusión – cuando es compartida, esta afición suma muchos puntos.

Nos organizamos: Antonio y Miguel Angel me cuentan un poco su «modus operandi» habitual, y me dan libertad de movimiento. Como «cascarón de huevo» prefiero ceder a los veteranos el paso, me quedo atrás, y comienzo a pescar la zona desde el puente hasta los primeros saltos de agua. Ante mí un tramo de gran belleza, y tengo firme intención de disfrutarlo centímetro a centímetro.

En la primera poza de esta zona localizo una trucha. No se está cebando, así que pruebo con ninfa (varias), sin suerte alguna… ni se inmuta. Me ha visto, seguro, aunque no huya. El agua es tremendamente cristalina, y está claro que voy a tener que mejorar mucho mi escasa destreza a la hora de poner en practica el sigilo.

Miguel Ángel y Antonio se adelantan, y comienzan a seca desde el principio. Veo a Antonio hacer sus lances justo por encima de los saltos, mientras voy avanzando poco a poco, teniendo que salir del río para poder librar la primera «pequeña» poza (esta vez prefería resistirme a hacerme unos largos desde ya tan temprana ocasión). Insisto a ninfa, y sería justo en las corrientes bajo los saltos de agua donde saco la primera trucha de la mañana.

Animado, peino todos los rincones de la zona de corrientes primero, y de las pocillas superiores después, pero sin ser capaz de repetir hazaña. Un enganche de mi ninfa en una rama traerá como sorpresa descubrir que otros tres perdigones también adornaban la misma (punto caliente sin duda de ofrendas a los árboles). Convencido de haber exprimido al máximo estas posturas decido avanzar, pensando que Antonio y Miguel Ángel estarían ya bien lejos. Por suerte nuestros metabolismos de pescador son similares, y sincronizamos bien las distancias y tiempos.

Trucha del Cabriel

Llegado a una tabla no muy profunda comienzo a ver las primeras cebadas. Truchas de porte pequeño-mediano, pero abundantes, que me motivan a cambiar a seca. Me sorprendo espantándolas con unos lances muy torpes, poco delicados. Me obligo a «respirar»… no solo voy a tener que hacer sobre-esfuerzo con respecto al sigilo, sino también prestar más atención al lance, memorizando los movimientos de brazo y muñeca que ofrecen las mejores posadas. Aun así, todas las moscas rechazadas.

Miguel Ángel viene hasta mi altura para avisarme de que podría ser buena hora para comer. El sol empieza a apretar bien, y la idea de descansar un poco a la sombra y retomar fuerzas es inmejorable. Aprovechamos, obviamente, para intercambiar opiniones. El resultado es similar para los tres, y la presencia abrumadora del «chochín» es tema de conversación. Parece que las truchas no están predispuestas a comer otra cosa. Acostumbrado a mis jornadas en solitario, la tertulia del bocata se disfruta especialmente; gran momento en buena compañía.

Las temperaturas son ya elevadas, toca protegerse del sol, y los tres volvemos al río en el mismo orden, pero esta vez todos a seca. Decido peinar más rápido el río. Veo pocas cebadas, y algunas pozas me obligan a salir del río justo cuando empiezo a aproximarme a algunas zonas interesantes (el vadeo de este tramo a veces es complicado para los que escasamente superamos el 1,70). Localizo bastantes truchas desde la orilla, pero todas fuera del alcance. Imposible lanzar desde el río, menos aún desde la enmarañada orilla (¡no eligen esas posturas por casualidad!). Decido adelantar a Miguel Ángel y Antonio, para explorar el tramo (ellos lo conocen, pero para mí es todo un mundo nuevo).

Encuentro un buen acceso a una tabla de profundidad media, y localizo una trucha cebándose a unos 14 metros río arriba. Se ceba muy despacio, mostrando aleta dorsal y gran parte del lomo cada vez. Carece del nervio y de la electricidad de las pequeñas… todo indica que tiene un tamaño «interesante». Monto una efémera en tono amarillo, muy «veraniega» como la calificaría Miguel Ángel más tarde. Me lo tomo con calma, y voy haciendo suaves lances calculando la distancia sin prisa. No quiero posar la línea sobre el pez. Cuando por fin coloco la mosca donde esperaba, nada. Un par de intentos más, posando a izquierda y derecha, por si la trucha ha cambiado a otra vena de corriente. No la veo, ya no se ceba.

Pensando que la he podido asustar, dejo de lanzar, y me quedo observando. ¡Vuelve a cebarse! Sigue ahí, y yo vuelvo a la carga. Antonio llega hasta donde estoy, mientras continúo en la brecha. El reflejo del sol en el agua hace difícil seguir la mosca a esa distancia. Logro localizarla, veo que deriva perfectamente, a la misma velocidad que esa otra ¿»mosca»? ¿Cuál es la mía? No consigo saber cual de los dos objetos flotantes es mi efémera, lo cual indica que al menos no está dragando. Una de las dos moscas desaparece súbitamente. ¿Dónde está? Clavo. Clavo porque es lo que hay que hacer ante la duda, no muy convencido hasta que compruebo que la caña se carga, y mucho. Llamo a gritos de emoción a Antonio, que había salido por mi izquierda apenas unos segundos atrás. No parece muy grande, pero tira con fuerza para esconderse bajo la orilla. Antonio llega, me anima, se pone a grabar. Consigo finalmente llevarla a la sacadera. Ronda los 40 centímetros, pero lo que más llama la atención es su prominente barriga… Está bien alimentada. Pesa. Una joya. Un par de fotos y vuelta al río. Y a mi no se me quita la sonrisa de la cara. Difícilmente olvidaré la captura de esta hermosa trucha.

Ceñajos

Terminaríamos la jornada en la parte superior del tramo, los tres juntos, Miguel Ángel y yo a un lado, viendo como Antonio intentaba colocar la mosca a una trucha «king size» localizada aguas arriba, pero demasiado lejos, imposible vadear para una mejor aproximación… ¡siempre saben donde ponerse!

Resultado

De nuestro lado: 2 truchas por barba + 3 perdigones (Gracias, compañero pescador anónimo. Espero que los dioses de los árboles no me castiguen por robarles tu ofrenda)

De lado del Cabriel: Un nuevo admirador con muchas ganas de volver.

Conclusiones

Lo bueno: Una jornada de pesca en magnífica compañía. Se hizo esperar la ocasión; ¡por mi parte se repetirá en cuanto se presente una nueva oportunidad! Y como gran valor añadido, que uno de los compañeros esté detrás de un gran blog, donde poder ver otro punto de vista de esta misma experiencia.

Lo malo: Una vez reposada la jornada, y desde la distancia que otorga el tiempo, el total de capturas fue algo bajo para las expectativas, aunque precisamente por la dureza del «terreno» bien supieron a gloria.

Cuaderno de Pesca: «Breaking Good»

Río Tera - Breaking Good

Cuaderno de Pesca: Río Tera (EDS) – Zamora

Fecha: Mayo de 2015
Lugar: Camarzana de Tera, Zamora (España)
Objetivo: Salmo trutta
Equipo: Flyfishing

Crónica

En el EDS del Tera capturé mi primera trucha, gracias a una cucharilla Mepps dorada. No, no era un chaval imberbe con camiseta de Naranjito. Esto fue hace no mucho, peinando ya canas, apenas estrenando mi equipo de spinning (hace dos telediarios). Confieso sentir especial predilección por este maravilloso río, pero no por esa nostalgia o romanticismo de la primera vez. Ni tampoco por su – a mi parecer – gran belleza, aunque sin duda alguna ayuda, y mucho. Sino por como me ha castigado durante mucho tiempo, o tal vez sea más cierto decir, por todo lo que me ha exigido y yo no he sido capaz de dar.

Después de esa primera trucha vino otra, el mismo día, al anochecer. La recuerdo perfectamente; muy luchadora. Consiguió soltarse antes de llegar a la orilla. Y esa fue mi última captura en el EDS durante estos años. Desde entonces, este tramo localizado junto a Camarzana de Tera ha sido mi reino particular de los grandes bolos. Tanto todas las veces que volví a spinning, como todas aquellas otras, más recientes, en las que regresé a mosca. Llegaba a tener peces a mis pies, pero no al otro lado de la línea.

La desesperación crecía, aliviada solo al pensar que tal vez el problema era ajeno – conocido autoengaño, pero efectivo -. Hay pocas truchas, demasiada presión… Aún así, lejos de rendirme, insistía una y otra vez. Apenas unos días antes de esta última jornada en el Tera, un buen artículo – como es habitual – de Cul de Canard sobre el futuro de este tramo, junto con su sabio consejo de apostar por ninfas, me obliga a la reflexión. Aquella que te sugiere definir una estrategia, abordar el río de forma distinta, a no cometer los mismos errores, a no dar nada por sentado y huir de vicios. A no seguir la linde habitual.

Olvidar todo para aprender de nuevo. Tomar conciencia de que elegir entre ninfa o seca es en realidad una decisión independiente de nuestro antojo egoísta, que está por encima de nuestra vanidad, y que disfrutar de la jornada pasa inevitablemente por aceptar dicha realidad y actuar en consecuencia. En nuestra mano si está adaptarse a ella y disfrutar, o plegar el equipo y buscar otra postura, otro lugar, otro momento. Algo que no es trivial para los seres de una civilización que llevamos siglos haciendo justo lo contrario, adaptando el entorno a nuestras necesidades. La frustración vive entre esas dos tierras, y si la montaña no viene a mí, yo voy a la montaña.

Y las truchas llegaron, a ninfa primero, y a seca después. Pequeñas todas, como la palma de mi mano la más grande, y sin embargo la satisfacción fue enorme. Tan pequeñas eran que, las que entraron seca, salían volando al clavar. Tan alta había sido la montaña a escalar en este escenario, que nunca antes peces tan pequeños me habían regalado tanto. Río a carcajadas, creyendo estar solo, pero tengo compañía. Un pescador veterano me observa desde la orilla, reflejando una extensa sonrisa:

– ¡Algunas vuelan! – le comento aún riendo.

– ¡¡Esas pequeñas tienen alas!! – me contesta a la vez que se despide con la mano y continua su marcha.

Es medio día y debo regresar. Al salir del agua otro pescador, sentado en la orilla está terminando su bocadillo. Un compañero mosquero de Valladolid que, apasionado por el Tera, me cuenta su experiencia. También ha disfrutado con estas pequeñas pero maravillosas truchas.

De camino al coche me cruzo con otro pescador. Parece frustrado, y me pregunta si yo he tenido suerte con alguna de «tamaño», mientras se asoma nervioso al río. «Grande no he visto ninguna», respondo, sin poder dejar de sonreír. Ni falta que me hace hoy. Mañana será otro cantar.

Resultado

De nuestro lado: 6 bravísimas truchas.

De lado del Tera: Nada, esta vez no pidió nada a cambio.

Conclusiones

Lo bueno: Romper la maldición. Alcanzar el punto de inflexión que inevitablemente no solo cambia mi percepción de este tramo, sino de la pesca a mosca en general.

Lo malo: Dicen que más vale tarde que nunca, pero aún así me quedo con la sensación de poder haber llegado a este resultado mucho antes. En cualquier caso, desde la distancia, y con más experiencia, todo parece más fácil.

 

Cuaderno de Pesca: Río Tajuña (Guadalajara)

Río Tajuña

Cuaderno de Pesca: Conociendo La Alcarria

Fecha: Abril de 2015
Lugar: Guadalajara (España)
Objetivo: Salmo trutta
Equipo: Flyfishing

Crónica

Vivir en Madrid te puede proporcionar una magnífica situación estratégica al estar ubicada en el centro peninsular: todos los destinos trucheros te pillan casi igual de lejos. Peor lo tienen en Sevilla, desde luego, pero en cualquier caso difícilmente vamos a poder evitar marcarnos una hora y pico de viaje de ida, y otra de vuelta, como mínimo. Pero ahí mismo está la ventaja, no hay que vencer pereza alguna puesto que los kilómetros vienen de serie, y podemos decidir ampliar algo más el radio de acción.

Castilla La Mancha iba a tener su momento esta temporada 2015, eso ya lo tenía claro el año pasado, pero el detonante necesario para poner fecha en el calendario iba a venir tras poner en común planes con Antonio (PescataMinuta.es). La posibilidad de conocer escenarios de la comunidad manchega acompañado de la mano de alguien que conoce bien la zona, y de la que además se puede aprender mucho, es obviamente una cita de obligada asistencia. Ya teníamos plan A. Pero luego resultó que el plan A no pudo ser; de ello se encargaron unas maravillosas tormentas en toda la zona centro peninsular de pronóstico asegurado casi al 100%. Adelantar un día la jornada fue algo que al final solo yo pude hacer, a última, última hora.

Y a solo cuatro horas y media para que sonara el despertador, todavía me veo frente al ordenador rematando el itinerario. Investigación exprés vía (bendito) Internet, intentando localizar un destino accesible para alguien que desconoce totalmente la zona, y que esté aproximadamente a una hora y cuarto desde casa, pues solo podía dedicar la mañana. Guadalajara. Tajuña. Allá voy.

«Aterrizado» ya en la zona prevista, mañana fresca, cielo cubierto que amenaza alguna lluvia esporádica y poco intensa (según el tiempo.es, no creáis que saco toda esa información oteando las nubes y oliendo el aire). Con todo preparado arranco por el sendero que acompaña al río a lo largo de una zona de suaves corrientes con posturas interesantes, pero estoy decidido a contener mis ganas de dar palos al agua. La excusa de río «nuevo» me ayuda en el espíritu de investigación, y sigo subiendo hasta llegar a una bonita poza en la que se dibujan nítidamente cuatro pintonas. La belleza del escenario se convierte también en la principal desventaja, pues el tronco caído que cruza las aguas es buen refugio y complica no solo el lance, sino las opciones de llevar al pez a la sacadera en caso de éxito con la primera parte.

Trucha del Tajuña

Me obsesiono con intentar engañar a la más grande, la más pícara, que se hace dominante justo en el comedero de entrada a la poza, bajo el tronco. Un error, pues no consigo nada y dedico demasiado tiempo buscando distintas posturas desde ambas orillas. Desesperado continúo río arriba, a una zona de corrientes de unos 40 metros que une la poza con unas profundas tablas. En las corrientes, similares a las que dejé atrás en el principio del tramo, consigo sacar dos pequeñas truchas que entran a ninfa (perdigones del 16). Esto que parece poco – bueno, objetivamente lo es -, me proporciona la energía necesaria para remontar el pesar del fin de semana anterior en el Jerea, inaugurando por fin la temporada. Personalmente considero que no hay trucha que no merezca su lugar en nuestras crónicas, por pequeña que sea, y mucho menos cuando es la primera en llegar a la sacadera tras tantos meses ansiando ese momento…

Con la actitud positiva que siempre da una captura, avanzo hasta arriba de las corrientes, y me sitúo justo a la entrada de la misma, para realizar varios lances a la tabla profunda que tengo ante mí, imposible de vadear. El río en esa zona se encajona entre los cañizos de una orilla y el terreno elevado de la otra. Dirijo mis lances a la margen izquierda, al exterior de la curva, avanzando poco a poco. En el bajo un tandem ninfa-seca. No he visto cebadas, así que la seca cumple fundamentalmente como señalizador, que se desliza muy suavemente aguas abajo. Mis ojos la siguen anticipando, ansiando, ese momento en el que desaparece repentinamente bajo la superficie… y así fue. Levanto la caña. Al otro lado, desesperada, arranca una carrera loca de margen a margen, para abajo y para arriba, saltando… Con aproximadamente unos treinta centímetros, nada tiene que ver con sus primas de hace unos minutos. Ya casi la tengo, echo mano a la sacadera… y nada que llevar a ella…

Abandono el río por la orilla derecha. El sendero se eleva y me deja apreciar la tabla, profunda, de aguas claras, que da paso donde dos pozas muy próximas que acumulan un notable número de truchas. Solo puedo fijarme en una de ellas. La vigilo durante buen rato, mientras aprovecho la posición elevada para descansar y comer. Memorizada toda la estrategia, ya solo faltaba intentarlo. Bajo sigilosamente a la orilla, una zona de vegetación alta me ocultaría mientras lanzo por encima de ella… fango… mucho fango… me hundo… salgo de la orilla. La cosa no iba a ser tan fácil. Dejo la caña a un lado y me dedico a investigar desde que zonas puedo aproximarme sin llegar a hundir las botas por encima del tobillo. Tendrá que ser desde ahí… 15 minutos después el señalizador desaparecía justo cuando debía hacerlo. En el extremo del tippet una Copper John del 14. Y a continuación de la ninfa la trucha más deseada. Lucha dura para los dos. Ella terminó en la sacadera; yo embarrado y semi-enterrado hasta las rodillas. Un magnífico broche a la jornada, tocaba volver.

Resultado

De nuestro lado: Me quedo con esa preciosidad de treinta y siete centímetros.

De lado del Tajuña: Un nuevo admirador. Me costará seguir explorando nuevos destinos mientras quede tanto por conocer y disfrutar de él. Bueno, y alguna que otra mosca que como siempre hay que ofrecer a los dioses árboles.

Conclusiones

Lo bueno: Remontar de esta forma la experiencia del arranque de temporada. La ilusión de descubrir nuevos tramos.

Lo malo: Las grandes saben latín… y tienen sus posturas allí donde el lance es «casi» imposible.

Cuaderno de Pesca: Río Jerea (Burgos)

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Cuaderno de Pesca: Cuenca del Ebro (Burgos)

Fecha: Abril de 2015
Lugar: Las Merindades, Burgos (España)
Objetivo: Salmo trutta
Equipo: Flyfishing

Crónica

Con el habitual exceso de entusiasmo y motivación de la apertura de temporada, acudimos Jose y yo a las aguas del río Jerea. ¿Por qué el Jerea? Por simple falta de coordinación al elegir los permisos. Que pudiéramos coincidir el domingo en Medina de Pomar (Burgos) no estuvo claro hasta pocos días antes, y lo mejor que pudimos conseguir fue igual que nada: Jose en el AREC del Trueba y yo en el AREC de Villarcayo. Con los pases confirmados era ya imposible cualquier jugada (ni cancelación ni adquirir un nuevo pase el mismo día para otra zona).

O nos íbamos cada uno por su lado, o buscábamos una alternativa «libre» (sin necesidad de permiso). ¿Qué teníamos?

ORDEN FYM/161/2014, de 11 de marzo, por la que se declaran las aguas trucheras de Castilla y León.
Cuenca del Ebro:
[…] El río Jerea: Desde su nacimiento hasta el puente de la localidad de Pedrosa de Tobalina. No se consideran trucheras las lagunas de Dobro ni el Embalse de Monteagudo de las Vicarías. No se consideran trucheras las aguas del embalse de Arija.

¡Bingo! Aguas abajo de Pedrosa. Y allí fuimos. Y allí pescamos (bueno, Jose, yo no). Veamos el breve resumen de sensaciones y experiencias de la jornada:

  • Aquello parecía la feria. Inicio de temporada, si… pero demasiada gente para ser tramo «no truchero»
  • ¿¡Por qué declaran este tramo como no truchero!? WTF!! – Que venga el equipo de investigación de El Mundo a explicarlo, o Iker Jiménez mejor…
  • Como legalmente es «no truchero», pues imaginen ustedes las variété de artes empleadas…
  • Un río de gran belleza. Venía alto, pero de aguas cristalinas, con profundas pozas y pequeños saltos.
  • «Por aquí puedo cruzar… si, ya casi estoy, me agarro a la rama, medio metro y llego a la otra orilla. ¡Mierda!» (más profundidad de la esperada, agüita fresca entrando por el vadeador… Y justo hoy que me olvido la bolsita estanca para el móvil… a tomar Fanta!! Teléfono kaput.

Reconozco que ir a un tramo libre, declarado no truchero, y encontrar truchas es algo a lo que no estoy acostumbrado. Pero la alegría da paso a un sabor agridulce. Supongo que me entendéis. Y más aún cuando uno es además el animal exótico presente (¿nadie más ha venido con sus moscas?). No soy un radical de la captura y suelta (bueno, solo para mí mismo, pero no hacia los demás). Entiendo que el que quiera llevarse una trucha a casa tenga derecho a disfrutar esa opción, dentro de la legalidad. Pero si precisamente la legalidad pone «a huevo» el aperturismo del captura y fríe en un tramo que bien podría declarado truchero, ahí ya no entiendo nada.

Temporada de Pesca 2015 (Burgos)Si veo el mapa de aguas trucheras de Burgos, se me antoja extraño el mismo… Simplemente no lo entiendo, y desde luego me encantaría conocer los criterios (honestamente) para seguramente poder aprender la base medio ambiental de dicha decisión. Siendo «malo» (paranoico), diría que parece un «Oasis»… por poco tiempo.

Tramo no truchero - Río Jerea (Burgos)

En el apartado puramente «pescador», puede que haya sido uno de esos días duros, de bolo, donde además uno sufre especialmente enredándose casi con todo lo habido y por haber. Alguna trucha vi, pero nunca a tiro, posturas imposibles… lo que supuso acabar pescando al agua, palos de ciego, y encima termino dándome un pequeño baño y el teléfono sufre las consecuencias…. puff… se que vendrán jornadas mejores. Al menos el teléfono, lo pude revivir gracias al truco de secarlo con arroz (funcionó al 100% – mi iPhone resucito cual ave Fénix… buscad en Google, hay multitud de artículos explicando el proceso).

Tal vez fuera el exceso de entusiasmo, de ganas y de expectativas del primer día de la temporada… pero que junto a mi falta de habilidad hicieron que fuera un día de chasco… un poco más frustrante cuando además tu compañero de pesca si que consigue salvar la actuación. No es que uno no se alegre, Jose, pero digamos que no contribuye a suavizar el estado anímico post-jornada.

Resultado

De nuestro lado: (del de Jose, no del mío) 4 truchas entraron al engaño.

De lado del Jerea: Unas 6 moscas destinadas a la decoración navideña del próximo Diciembre… y casi se lleva por delante mi teléfono móvil.

Conclusiones

Lo bueno: Estreno de temporada, buena compañía… estar en el río.

Lo malo: Desde mi humilde opinión – sin base técnica alguna – creo que debería (volver a) declararse truchero. Me gustaría que alguien me contara por qué estoy equivocado.

 

Cuaderno de Pesca: Tarifa 2014

Estrecho de Gibraltar, Tarifa

Cuaderno de Pesca: Tarifa y el Estrecho de Gibraltar

Fecha: Julio de 2014
Lugar: Tarifa, Cádiz (España)
Objetivo: Criaturas pisciformes de los roquedos gaditanos :)
Equipo: Spinning

Crónica

Llegaron las vacaciones de verano, y con ello:

  1. Dejar atrás el estrés del trabajo.
  2. Abandonar la ciudad durante un par de semanas
  3. Volver a la tierra natal
  4. Alojarse en una magnífica casa, ubicada en plena costa del Estrecho de Gibraltar.
  5. África a la vista, café y tostada untada en brisa marina.
  6. Playa, océano…
  7. … ergo «Pesca»

Debo confesar que con este plan por delante, pescar es la guinda del pastel, y como tal suelo plantear las salidas durante las vacaciones estivales en familia; pequeñas escapadas, a primera hora de la mañana, de vuelta para el desayuno. Dos o tres horas para disfrutar al amanecer, si la marea lo permite. En este caso el escenario era inmejorable para maximizar las «jornadas», pues la casa estaba emplazada en plena costa, en una finca rural a 150 metros de la orilla. Un paseo equipo en mano, con «lo puesto», y en 5 minutos el anzuelo en el agua.

Zona de ReservaUn día antes había llevado a cabo el estudio del terreno, localizando el mejor apostadero. Las consideraciones a tener en cuenta en la elección estaban básicamente condicionadas por:

  • Las inmediaciones del terreno, parte del Parque Natural del Estrecho: prohibición de la pesca y el marisqueo
  • Geografía del terreno: fondo rocoso, formando un doble arrecife longitudinal a toda la costa.

Lo primero fue identificar las zonas hábiles donde la pesca estuviera permitida. De nada vale una licencia y luego incumplir la normativa de las zonas reservadas. En este caso la señalización «in situ» pudo sacarme de dudas mejor cualquiera de los mapas y normativas disponibles. Un indispensable «Ud. está aquí», una flecha marcando la dirección, y los metros de distancia… Ya queda clara la zona vedada. Un paseo a izquierda y derecha para comprobar señalización adicional y todo aclarado; el sendero frente a la casa me lleva directo a la zona permitida.

El principal handicap pues estuvo relacionado con el acceso a la segunda «fila» del arrecife. Si quería realizar los lances desde allí, para poder alcanzar una distancia razonable, tenía que ser aprovechando la bajamar. Mi equipo (cañas de 2.20cm y 2.70cm) no iba a permitirme realizarlo de otra manera en cualquier caso, pero la doble formación rocosa hubiera supuesto también un gran problema incluso para equipos potentes de surfcasting.

Sería el primer día el más atípico, y también el más fructífero en cuanto a peces capturados, consiguiendo llevar a la mano todas las especies que posteriormente vería durante el resto de días (otro Grand Slam!?). Tal vez lo difícil del acceso (por aislado) haya sido un factor clave en haber descubierto tres nuevas especies que jamás antes había pescado (y han sido muchas las jornadas de pesca en las costas gaditanas). He tenido que tirar de Internet para poder ponerles nombre:

Aprovecho para presentaros ICTIO-TERM, la base de datos terminológicos y de identificación de especies pesqueras de las costas de Andalucía, una web MAGNÍFICA.

Los bodiones pusieron el punto «glamuroso», con su buen porte, aunque no muy combativos. La boga la sorpresa… quien iba a decirme que la conocería antes en el río que en las costas donde aprendí a pescar. Y las doncellas sencillamente fueron la tónica habitual, muy por encima del resto de capturas (incluidas las mojarras que lógicamente aparecieron). De pequeño tamaño, alargadas y preciosos colores, muestran una gran agresividad, lanzándose a todo… fueron las únicas dispuestas a entrar a los destartalados vinilos rescatados del fondo de mi caja… lástima que no tuvieran tamaño para embocar… porque capaces si que fueron de comerse un par de ellos poco a poco, por la cola, haciendo uso de sus pequeños (pero grandes en proporción) dientes. Me proporcionaron momentos muy divertidos cuando todo lo demás hubiera podido ser un bolo.

El siguiente vídeo resume la experiencia de esas mañanas de pesca en Tarifa. Breve historia de como la boga, la doncella y el bodión conocieron al rey pescador…

Resultado

De nuestro lado: Mojarras, Bogas, Doncellas (sobretodo) y Bodiones

De lado del Estrecho: Mi espinita no llevar a buen puerto ningún engaño con señuelo artificial (era de esperar por el material que llevaba). Tuvo que venir el chipirón al rescate.

Conclusiones

Lo bueno: El descubrimiento de las «Doncellas» y los «Bodiones» y, sin duda alguna, vivir la primera aproximación de mi hijo de 3 años a la pesca… se lo ha pasado en grande recogiendo sedal con el carrete desde la orilla.

Lo malo: Apostaderos limitados, tanto en espacio como en tiempo: por la presencia del parque natural en primer lugar y por la necesidad de ajustarse a los horarios de la bajamar para aproximarnos a la zona de profundidad con nuestros lances.

Estrecho de Gibraltar, Tarifa

Cuaderno de Pesca: Las obladas de Mazarrón

Puerto de Mazarron (Murcia)

Cuaderno de Pesca: Grand Slam del ‘rockfishing’ mediterráneo

Fecha: Agosto de 2013
Lugar: Puerto de Mazarrón, Murcia (España)
Objetivo: Espáridos, Serránidos y otras criaturas de los roquedos del mar Mediterráneo
Equipo: Spinning

Oblada mediterránea

Crónica

Serrano

Apenas tenía vagos recuerdos de infancia, así que pescar en el Mediterráneo era de por sí un gran aliciente. Una novedad en la práctica. Pese a lo cual, uno iba con los pies bien pegados a la tierra, es decir, era muy consciente que una zona altamente poblada de veraneantes, entre los que me incluía, no era a priori un escenario – ni una época – para albergar grandes expectativas.

El plan permitía estrecho margen de maniobra: zonas muy próximas y accesibles de Puerto de Mazarrón, para dedicar apenas las dos o tres primeras horas de la mañana, para volver justo a la hora del desayuno «estándar». Así pues, fueron tres las salidas de pesca que pude disfrutar en esa semana de vacaciones. De la primera de ellas, en la escollera del puerto pesquero, prefiero ni hablar… o mejor dicho, da para otro artículo que ahora no es relevante. Sería en Playa Grande donde disfrutaría (no hay mejor palabra) de una estupenda mañana de pesca.

El escenario creo que era el más adecuado – dentro de las restricciones de mi radio de acción – por dos motivos fundamentales:

  • Primero, porque durante la época estival hay muy pocas zonas donde la pesca deportiva está legalmente permitida en el litoral de Mazarrón. Es muy importante consultar la normativa vigente en cada momento en la página web del Ayuntamiento de Mazarrón, donde se especifican zonas habilitadas y prohibidas según que fechas y horarios. Y por qué lo considero un privilegio: porque casi cualquier otra opción te coloca en la más absoluta ilegalidad y, aun así, allí que pude estar en pleno mes de Agosto en paz y tranquilidad.
  • Y segundo, porque el lugar proporcionaba una postura de pesca extraordinaria: zona acantilada y razonablemente segura que permitía situarse escasamente a un metro de altura sobre el mar, y con mucha actividad teniendo en cuenta estación del año. Me encantó por su belleza natural – nada que ver con el rollo espigón – con el horizonte al frente y la playa a un lado.

Oblada mediterráneaPero precisamente estos motivos lo convierten en un lugar disputado, su gran contrapartida… en mi tercera escapada no pude disfrutar de él… porque apenas da cobijo a un solo pescador… dos máximo, y solo en caso de que haya mucha confianza, ya sabéis. Y siempre hay alguien dispuesto a madrugar más que tú. Solución: un barco, fácil fórmula para dejar de ser un limitado «de orilla» :D

Me suele acompañar mi equipo de spinning habitual en río, junto con el arsenal de señuelos de todos los tipos, tamaños y colores… casi ninguno específico para agua salada; casi ninguno me funciona. Hasta la fecha, mis mejores resultados han sido con un montaje Carolina, con vinilo imitación de lombriz «watermelon»… poco más. Así que esta vez decidí seguir con esta técnica, pero cambiando el señuelo artificial por el cebo natural: chipirón en este caso. Nada más que un mix de lo más práctico, y de lo menos ortodoxo que uno se puede echar a la cara, pues ni es spinning ni es una clásica pesca a fondo.

Incluso convirtiéndome ya en un sin vergüenza podría decir que hablamos de una pesca «finesse»: tiritas de chipirón de tamaño discreto – para cubrir anzuelo y un poco más, junto con una velocidad de recogida lenta e intermitente. ¡Mortal! (no literalmente, ya sabéis, todo volvió a las aguas inmediatamente después de la foto correspondiente).

Picadas incontables, pues fueron continuas hasta terminar las existencias de los cefalópodos usados como cebo. Obviamente reponiendo a una velocidad de vértigo debido al empleo de anzuelos sin muerte (obligado si vamos a practicar captura y suelta, por favor). Al no existir el arponcillo, la escurridiza carne del chipirón sale disparada del anzuelo cuando el pez emboca solo por un extremo del cebo.

Oblada mediterránea

Pero como no todos los peces atacan al chipirón como si de la dama y el vagabundo ante un espagueti se tratase, no tardarían en aparecer las capturas. La oblada confirmó su hegemonía en la zona, consiguiendo sacar cuatro hermosos ejemplares, en tamaños iguales o superiores a la «cuarta» (de mi mano), medida universal que tendréis que aceptar mientras no disponga ni de cinta métrica ni báscula alguna.

El serrano, o vaca serrana, también haría su digna aparición. Un pez hermoso que fascina y sorprende a quién lo captura por primera vez. Este no era el primero que pescaba, pero ciertamente no han sido muchos en mi vida. Una alegría por lo tanto, ¡y pieza clave de mi «grand slam»! Disculpadme la broma sobre lo del grand slam del rockfishing mediterráneo… es que uno ya aprende, gracias a las lecturas de medios especializados, a como conseguir vender un artículo como un PRO. Pero en ningún caso trato de engañaros. No tengo ni idea de si existe un grand slam del rockfishing, ni que tres especies supuestamente concederían el título… pero para mis expectativas individuales, y no sin cierto cachondeo, ahí estuvo.Oblada mediterránea

Si hay una especie de nuestro litoral a la que le guardo especial cariño, es sin duda al sargo. Es la imagen en mi memoria de mi infancia pescadora, la primera que viene al recuerdo y la imaginación al evocar o anticipar momentos de pesca en agua salada. Espáridos sobre cesta de esparto, un bodegón del que ahora huyo, pero no renuncio. Fue la captura de mayor entidad de la jornada, y la más peleada. La experiencia de capturar un sargo con el equipo de spinning (7 pies y 4-28gr de acción) nada tiene que ver con hacerlo, como solía en mis años mozos, con cañas de 4 o 5 metros y 100-200 gramos de acción.

Ha habido un antes y un después desde que adopté la «captura y suelta» tras años de cargar con bolsas llenas para casa. Un punto de inflexión en el que se me puso a prueba. Es fácil para alguien como yo, que nunca comí trucha, devolver una fario al río sin la menor duda. Pero este sargo ha sido la clave de la superación personal, frente a mi mismo y a los que me rodean. Su carne es sabrosa, sí, pero el sabor de boca que deja la satisfacción de verlo volver a las aguas dura mucho, mucho más.

De porte poderoso, todo un símbolo de nuestro ecosistema, presente en el Mediterráneo, el Atlántico y el Cantábrico. El «rock star» indiscutible del rockfishing nacional. Ahí lo tenéis en la foto, cerrando este «Grand Slam» particular en aguas murcianas. No me digáis que de verdad no habéis probado nunca a liberarlo. Es todo un espectáculo cuanto más grande es.

Sargo

Resultado

De nuestro lado: 4 Obladas, 1 Sargo y 1 Serrano – ¡¡Grand Slam!!

De lado del Mediterráneo: Un nuevo admirador, con muchas ganas de poder repetir.

Conclusiones

Lo bueno: Conocer de cerca a la bonita Oblada, y anotar este modesto «Grand Slam» en apenas un par de horas en un escenario precioso; de los  más bonitos de cuantos he podido pescar hasta el momento en las costas españolas.

Lo malo: ¿Faltó la reina? ¿La lubina? No, claro que no… Lo peor: el lamentable comportamiento de algún que otro miembro del club «Captura y Fríe» de inmaduros. Mis ojos siguen sin dar crédito a que alguien meta en la saca un pez de tamaño inferior a la palma de la mano.