Etiquetado: Tajuña

Cuaderno de Pesca: Cita con el Tajuña (Guadalajara)

Flyfishing Tajuña River

Fecha: Julio de 2016
Lugar: Río Tajuña, Guadalajara (Castilla La Mancha)
Objetivo: Salmo Trutta
Equipo: Flyfishing

Crónica

Tenía que volver al Tajuña, por supuesto. Con la temporada prácticamente planificada al completo – tarea fácil con mi escaso ratio de salidas de entre 1 y 2 días por mes – aproveché el primer hueco disponible en el calendario para “improvisar” una jornada en tierras alcarreñas. No podía perder la ocasión de regresar a lo que fue mi escenario favorito durante el pasado año.

Ante la duda de si iba a ser ésta la única visita al Tajuña en el 2016, decido ejecutar un tímido plan de investigación, que se traduce en comenzar aguas más abajo de mi “zona de confort”, es decir, del tramo que conozco de manera aceptable. Así durante las primeras horas de la mañana podría satisfacer mis ansias de exploración, mientras que por la tarde habría ya alcanzado territorio “amigo”. No vamos a engañarnos, dedicando una o dos jornadas de pesca al mes… la cosa no está para tonterías. Nada me gustaría más que jugármela, mapa en mano, dejándome llevar por las promesas de maravillosos tramos soñados a golpe de Google maps… No me importaría “derrochar” horas infructuosas en dichas búsquedas, son una gran inversión a medio-largo plazo. Pero cuando el saldo de días disponibles en el calendario es el que es, toca gastarlos en lo esencial. Y a día de hoy mis esfuerzos siguen centrados en cubrir las necesidades básicas del pescador. Me pregunto si hay algo parecido a la pirámide de Maslow que defina y organice dichas necesidades de la pesca a mosca… ¿Y en qué lugar de su pirámide colocaría Maslow la pesca a mosca? Yo diría que algo tal que así, ¿verdad que estáis de acuerdo?

Pirámide de Maslow (Flyfishing?)

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Cuaderno de Pesca: La última del 2015 (Río Tajuña)

Sin título

Fecha: 26 de Septiembre de 2015
Lugar: Guadalajara (España)
Objetivo: Salmo trutta
Equipo: Flyfishing

Crónica

Las vacaciones de verano, disfrutando en familia de la playa, y el comienzo de curso me habían apartado de los ríos durante algo más de un mes. Por fortuna para mí, el calendario de vedas – y la ausencia de desembalses – todavía iba a permitirme una última escapada a tierras alcarreñas, para cerrar así la temporada 2015 en un río, el Tajuña, que ha sido con diferencia el escenario donde mayor fortuna he encontrado este año.

Sin título

Ciertamente, las buenas experiencias de cada jornada en este escenario son las culpables de haber decidido sacrificar el explorar o investigar nuevos tramos durante el 2015 en Castilla La Mancha, para volver una y otra vez. Comprenderéis mi decisión si os digo que, en mi primera aproximación, conseguía una doble victoria moral: remontar un mal comienzo de temporada, y conseguir la que sería hasta esa fecha mi trucha autóctona récord capturada.

El plan para cerrar la temporada en este escenario era claro: ir directo a aquellas zonas que habían resultado ser más productivas en el pasado, y ganar así tiempo para remontar el río por encima de lo habitual, intentando darme un pequeño margen explorador.

Las secuencia del plan: 1-poza, 2-chorreras, 3-poza, 4-corrientes, 5-tabla, 6-explorar…

Y el resultado del mismo:

1) La primera poza es una de las zonas más bellas de el tramo, pero de lance muy complicado por los troncos caídos que la atraviesan y por la cobertura de ramas. Sin actividad aparente, no puedo localizar a ninguna pintona. Pesca al agua con resultado evidente de pérdida de moscas.

2) Dejando atrás la poza se sube por un pequeño conjunto de chorreras que en apenas 40 metros proporcionan buenas posturas para buscar a esas pequeñas agazapadas junto a las corrientes. Cuatro de ellas no pueden resistirse a un magnífico perdigón de Pablo Robles.

3) En la segunda poza albergo esperanzas, como mínimo, de poder ver algún que otro ejemplar de mayor porte. Actividad nula. Decepción total, pues sentía que justo allí tendría que ocurrir un buen cierre de temporada.

Sin título4) Remonto río arriba hacia un tramo de corrientes que conducen a una larga tabla, todavía extrañado por la ausencia de truchas en la poza anterior. Pronto olvido el episodio, entretenido como estoy llevando a la sacadera cuatro capturas más. Todas a ninfa. ¡Un buen empuje para la moral! (y una sonrisa en la cara). Me tomo mi tiempo, disfruto de cada rincón del río.

5) Llego al comienzo de una larga tabla. Se que solo puedo vadear el comienzo de la misma, pues es profunda para mi estatura. Tener el agua a la altura del pecho mientras las piernas se hunden en lodo hasta casi las rodillas no es una sensación que me guste, ni mucho menos que relaje. Me detengo al principio de la tabla. Ninguna cebada hasta ahora en el río. Me siento y observo durante más de cinco minutos esos 25 metros de río. Hasta que la calma se rompe bruscamente. Una trucha se ceba violentamente algo por encima de la mitad del tramo, justo a un par de metros por delante de un árbol caído que cruza el río de orilla a orilla. Diez segundos más tarde otra lo hace por detrás del tronco. Por fin. Ahora o nunca.

Quito la ninfa y ato una preciosa efémera del 14, cuerpo amarillo, alas en V de CdC. Situado a unos diez metros, y tras tres lances a la zona caliente, nada. No se vuelve a cebar; ni ésta ni la que estaba cinco metros más arriba. Cuarto lance, algo más largo que los anteriores. El viento, los árboles, los pájaros, yo… todos contenemos la respiración. La superficie se rompe engullendo totalmente a la imitación. El pulso a se dispara mientras la cabeza no deja de templar las maneras con ordenes racionales; posición de la caña, uso del carrete, prepara la sacadera… Esta no va a superar ningún récord personal, lo se mientras mantengo la pelea, pero tengo que llevarla a la red, y conocer de cerca a la que será la última del 2015, a la que decide regalarme ese momento que solo «la seca» puede ofrecer.

La trucha, de unos treinta centímetros, es hermosa como todas las anteriores. Pero ésta, sin duda, ocupa ya un lugar especial en el rincón de la memoria de ésta temporada, y de las pasadas, y de las futuras.

6) Explorar. Lo dejo para el 2016. Decido dedicar los últimos minutos a recoger pausadamente, caminando por el río, despidiéndome del Tajuña con la grata sensación de estar rematando una temporada llena de buenos momentos.

Sin título

Resultado

De nuestro lado: 9 truchas alcarreñas. A ninfa y a seca.

De lado del Tajuña: Una abundante y merecida ofrenda de moscas a los espíritus del río, como tributo por el buen año concedido.

Conclusiones

Lo bueno: Una inmejorable forma de acabar la temporada, tanto por la captura final – broche de oro de jornada y año – como por las ganas y la ilusión de continuar investigando los ríos de Guadalajara y Cuenca.

Lo malo: Eché de menos ver más ejemplares en algunos de los lugares que tenía marcados como «calientes». No puedo evitar cierta preocupación, aunque imposible de juzgar si justificable o no con la observación de una jornada puntual.

Cuaderno de Pesca: Río Tajuña (Guadalajara)

Río Tajuña

Cuaderno de Pesca: Conociendo La Mancha

Fecha: Abril de 2015
Lugar: Guadalajara (España)
Objetivo: Salmo trutta
Equipo: Flyfishing

Crónica

Vivir en Madrid te puede proporcionar una magnífica situación estratégica al estar ubicada en el centro peninsular: todos los destinos trucheros te pillan casi igual de lejos. Peor lo tienen en Sevilla, desde luego, pero en cualquier caso difícilmente vamos a poder evitar marcarnos una hora y pico de viaje de ida, y otra de vuelta, como mínimo. Pero ahí mismo está la ventaja, no hay que vencer pereza alguna puesto que los kilómetros vienen de serie, y podemos decidir ampliar algo más el radio de acción.

Castilla La Mancha iba a tener su momento esta temporada 2015, eso ya lo tenía claro el año pasado, pero el detonante necesario para poner fecha en el calendario iba a venir tras poner en común planes con Antonio (PescataMinuta.es). La posibilidad de conocer escenarios de la comunidad manchega acompañado de la mano de alguien que conoce bien la zona, y de la que además se puede aprender mucho, es obviamente una cita de obligada asistencia. Ya teníamos plan A. Pero luego resultó que el plan A no pudo ser; de ello se encargaron unas maravillosas tormentas en toda la zona centro peninsular de pronóstico asegurado casi al 100%. Adelantar un día la jornada fue algo que al final solo yo pude hacer, a última, última hora.

Y a solo cuatro horas y media para que sonara el despertador, todavía me veo frente al ordenador rematando el itinerario. Investigación express vía (bendito) Internet, intentando localizar un destino accesible para alguien que desconoce totalmente la zona, y que esté aproximadamente a una hora y cuarto desde casa, pues solo podía dedicar la mañana. Guadalajara. Tajuña. Allá voy.

«Aterrizado» ya en la zona prevista, mañana fresca, cielo cubierto que amenaza alguna lluvia esporádica y poco intensa (según el tiempo.es, no creáis que saco toda esa información oteando las nubes y oliendo el aire). Con todo preparado arranco por el sendero que acompaña al río a lo largo de una zona de suaves corrientes con posturas interesantes, pero estoy decidido a contener mis ganas de dar palos al agua. La excusa de río «nuevo» me ayuda en el espíritu de investigación, y sigo subiendo hasta llegar a una bonita poza en la que se dibujan nítidamente cuatro pintonas. La belleza del escenario se convierte también en la principal desventaja, pues el tronco caído que cruza las aguas es buen refugio y complica no solo el lance, sino las opciones de llevar al pez a la sacadera en caso de éxito con la primera parte.

Trucha del Tajuña

Me obsesiono con intentar engañar a la más grande, la más pícara, que se hace dominante justo en el comedero de entrada a la poza, bajo el tronco. Un error, pues no consigo nada y dedico demasiado tiempo buscando distintas posturas desde ambas orillas. Desesperado continúo río arriba, a una zona de corrientes de unos 40 metros que une la poza con unas profundas tablas. En las corrientes, similares a las que dejé atrás en el principio del tramo, consigo sacar dos pequeñas truchas que entran a ninfa (perdigones del 16). Esto que parece poco – bueno, objetivamente lo es -, me proporciona la energía necesaria para remontar el pesar del fin de semana anterior en el Jerea, inaugurando por fin la temporada. Personalmente considero que no hay trucha que no merezca su lugar en nuestras crónicas, por pequeña que sea, y mucho menos cuando es la primera en llegar a la sacadera tras tantos meses ansiando ese momento…

Con la actitud positiva que siempre da una captura, avanzo hasta arriba de las corrientes, y me sitúo justo a la entrada de la misma, para realizar varios lances a la tabla profunda que tengo ante mí, imposible de vadear. El río en esa zona se encajona entre los cañizos de una orilla y el terreno elevado de la otra. Dirijo mis lances a la margen izquierda, al exterior de la curva, avanzando poco a poco. En el bajo un tandem ninfa-seca. No he visto cebadas, así que la seca cumple fundamentalmente como señalizador, que se desliza muy suavemente aguas abajo. Mis ojos la siguen anticipando, ansiando, ese momento en el que desaparece repentinamente bajo la superficie… y así fue. Levanto la caña. Al otro lado, desesperada, arranca una carrera loca de margen a margen, para abajo y para arriba, saltando… Con aproximadamente unos treinta centímetros, nada tiene que ver con sus primas de hace unos minutos. Ya casi la tengo, echo mano a la sacadera… y nada que llevar a ella…

Abandono el río por la orilla derecha. El sendero se eleva y me deja apreciar la tabla, profunda, de aguas claras, que da paso donde dos pozas muy próximas que acumulan un notable número de truchas. Solo puedo fijarme en una de ellas. La vigilo durante buen rato, mientras aprovecho la posición elevada para descansar y comer. Memorizada toda la estrategia, ya solo faltaba intentarlo. Bajo sigilosamente a la orilla, una zona de vegetación alta me ocultaría mientras lanzo por encima de ella… fango… mucho fango… me hundo… salgo de la orilla. La cosa no iba a ser tan fácil. Dejo la caña a un lado y me dedico a investigar desde que zonas puedo aproximarme sin llegar a hundir las botas por encima del tobillo. Tendrá que ser desde ahí… 15 minutos después el señalizador desaparecía justo cuando debía hacerlo. En el extremo del tippet una Copper John del 14. Y a continuación de la ninfa la trucha más deseada. Lucha dura para los dos. Ella terminó en la sacadera; yo embarrado y semi-enterrado hasta las rodillas. Un magnífico broche a la jornada, tocaba volver.

Resultado

De nuestro lado: Me quedo con esa preciosidad de treinta y siete centímetros.

De lado del Tajuña: Un nuevo admirador. Me costará seguir explorando nuevos destinos mientras quede tanto por conocer y disfrutar de él. Bueno, y alguna que otra mosca que como siempre hay que ofrecer a los dioses árboles.

Conclusiones

Lo bueno: Remontar de esta forma la experiencia del arranque de temporada. La ilusión de descubrir nuevos tramos.

Lo malo: Las grandes saben latín… y tienen sus posturas allí donde el lance es «casi» imposible.