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FlyMad 2016 – 2º Certamen de Montaje de Moscas (Madrid)

Sin título
Tocó visita a la segunda edición del MOMAD, rebautizado (quizás más acertadamente) como FlyMad. El espíritu de este certamen de montaje de moscas se mantiene también este año posicionado como el punto fuerte de la (mínima) presencia que la pesca tiene dentro del evento Cinegética. Y es que no consigue despegar (y ya son años), ni mucho menos igualar, el protagonismo de la pesca en una feria dedicada a la «caza y pesca«. Se nota un público separado, con distintos intereses, por más que se quieran agregar o englobar ambos sectores bajo el paraguas cinegético.

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Darío y las truchas

El pasado verano Darío tenía 4 años. Llevaba ya tiempo emocionado con la idea de acompañar a su padre a pescar truchas. Y por fin iba a cumplir su sueño. Esta vez no se conformaría con preguntar cuantas truchas había pescado su papá, o si éstas eran muy grandes. Esta vez Darío estaría allí. Y no solo sería testigo, si no que sería el auténtico protagonista de la jornada. Entre sus logros:

  • Soportar toda la jornada!
  • Manejar la sacadera perfectamente para capturar las truchas
  • Enganchar dos señoras arcoiris y ser capaz, tirando de carrete, de llevarlas a la orilla
  • Ocupar el puesto de operador de cámara

Aquí una pequeña muestra, mi homenaje de orgulloso padre, con el metraje que él mismo grabó.

Cuaderno de Pesca: Boga’s Party en el río Lozoya

Caña y Moscas

Cuaderno de Pesca: Bogas, Ninfas y Secas

Fecha: Junio de 2013
Lugar: Río Lozoya, Madrid (España)
Objetivo: Trucha autóctona
Equipo: Flyfishing – Pesca a mosca

Crónica

La temporada avanza rápidamente y siento como se escapan las oportunidades. Una opción aparece de repente para el fin de semana: ¡rápido! ¿A dónde ir? Dejo a parte mi lucha personal con el anacronismo de la Comunidad de Madrid a la hora de solicitar permisos para los cotos (en ventanilla y con horario solo apto para jubilados, parados o aquellos que son jefes de sí mismos) , así que tengo que decidirme rápidamente por uno de los consorciados, donde poder obtener un permiso (previa información) directamente con el guarda o en la oficina (si, el bar) de la sociedad de pescadores que lo gestione. Me apatecía mucho ir a Santa María de la Alameda, pero el teléfono de contacto parece no estar operativo. Descarto la idea de explorar nuevos territorios, así que decido volver al tramo libre sin muerte del río Lozoya, entre Rascafría y Oteruelo del Valle. Había estado una vez antes, tremendo día de frío y agua, imposible pescar; pero había ganas de río, pues la salida anterior unas semanas antes había sido en Miraflores (embalse). ¡Adjudicado! Y encima sin pagar permiso.

Madrugón interesante – el lado malo de estas jornadas regadas con horas de luz – para aprovechar «la fresca»… 4º centígrados, siete grados menos que la mínima prevista en el tiempo.es (¿en qué estabamos pensando Maldonado?). Menos mal que la máxima si se acercó a la previsión, así que pasado el susto inicial, podemos decir que la climatología fue perfecta.

Río Lozoya

Mientras montamos aparejos y nos «armamos» con el vadeador, botas, etc… no dejo de pensar en lo duro que va a ser para un novato como yo en esto de la pesca a mosca un escenario tan «ratonero» como el de este tramo. La vegetación practicamente apantalla el río por ambas orillas. El vadeador es imprescindible si no queremos vernos relegados a lanzar desde apenas un par de lugares. Presumo pasar más horas desenganchando moscas de los árboles que de las bocas de las fario.

Los primeros instantes reconozco estar más interesado en moverme por el río que en lanzar (es lo que tiene los que llevamos dos telediarios con el vadeador… nos encanta recrearnos con esa sensación de libertad… comparando además con las limitaciones de la visita anterior a la zona, en la que no llevaba ni de lejos el equipo adecuado). Es así como llego a un precioso rincón, justo en una bifurcación del río; una pequeña poza, de aspecto mágico a esta hora de la máñana, cubierta por varios troncos de un arboles semicaídos. «Ahí abajo seguro que hay alguna buena escondida» – me digo mientras fijo mi vista en el fondo de las aguas cristalinas. Y ahí estaban, ¿dos pequeñas truchas? Imposible lanzar ahí, pero no pensaba irme sin intentarlo aunque fuera de alguna manera poco ortodoxa. Recojo toda la línea en el carrete, dejando apenas un metro del bajo colgando de la punta de la caña… vamos a ver que tal si dejamos caer esta ninfa por el hueco que forman estas ramas del árbol…

Fué la primera vez que lo veía en vivo y en directo: la ninfa derivó por la corriente mientras caía hacia el fondo. Las aguas cristalinas te permitían ver que estaba pasando en cada instante. Y allí fue como a la primera, sin dudarlo, aquel pez no dudó en lanzarse sobre el insecto que arrastraba la corriente practicamente hasta su boca… incluso tardé bastante en reaccionar y clavar ligeramente. No era un trucha, era una boga, pero da igual. Ese instante en el que clavas por primera vez la mosca. Una magnífica e inolvidable ninfa; ¡¡una captura a pez visto con ninfa!!

Río Lozoya

Tras disfrutar de ese «estreno» del equipo de flyfishing, una vez traspasada la barrera psicológica, decido seguir subiendo el río a buscar el objetivo principal: las truchas. Apenas unos metros arriba detecto otro pequeño grupo de peces. Esta vez me fijo bien, sin nervios. Son bogas. Sabiendo que tengo montada una ninfa imbatible (100% de éxito en su primera presentación) procedo al lance, aunque con menos fortuna esta vez. El porcentaje de aciertos cae drásticamente, pero las bogas muestran cierto interés. En tres o cuatro lances vendría la segunda. Una vez liberado el animal me dispongo a guardar esta joya de la corona, esta ninfa pescadora, para intentar descubrir las capacidades del resto del arsenal de la caja. Apenas termino de montar otra ninfa cuando percibo a mi lado un movimiento sinuoso de proporciones mayores a la de las bogas; apenas a metro y medio de mis pies un barbo de unos 40cm está remontando la corriente. Nervios… pez asustado. Lances desesperados. Adiós barbo.

No me rindo facilmente, así que decido remontar despacito el río, presumiendo que tal vez podamos volver a encontrarnos – el ritmo que llevaba no parecía expresar ninguna prisa por llegar lejos -. Descubro otra poza interesante, con mucha, mucha actividad. Aquí empezaría el espectáculo. Pongo a prueba mis ninfas con las bogas que están comiendo en el fondo: dos, tres, cuatro, cinco… buena cuenta para apuntar también las moscas ganadoras. Me debato entre seguir remontando el río, buscando las ansiadas truchas, o dar rienda suelta a la diversión y a la experimientación de mis moscas. Más vale pajaro en mano, sobretodo para un novato como yo, así que decido quedarme allí clavado.

La elección, sin duda correcta, me regalaría otra experiencia magnífica. Con el sol ya luciendo en lo alto del cielo, un grupo de bogas decide comenzar a cebarse en superficie con lo que la corriente arrastra, apenas unos metros arriba. ¿Que tal funcionarán mis moscas secas? Decido probar con una «atractora» (desde que leí sobre ellas he sentido una gran curiosidad). Un par de lances falsos y allí va… la mosca deriva decentemente y apenas al pasar sobre el grupo: ¡bam! Que os voy a decir que no sepáis los que lleváis años en esto. ¡Precioso instante! Seis, siete, ocho, nueve, diez… Vuelta a experimentar con otras secas: once, doce, trece, catorce… y algunas más que ya se me olvidan contabilizar… que importa ya esas miserias de los que pescamos pocos y nos sobran dedos para contar las capturas… Hacía mucho, mucho, que no disfrutaba como lo hice esa mañana. Y no tanto por el número de capturas. Podrían haber sido la mitad, para mi lo importante fue poder disfrutar en apenas unas horas de la pesca a mosca tanto a ninfa como a seca. Poder alcanzar un segundo nivel en esta modalidad. Olvidarme por un momento del lance, como si llevara años haciéndolo, simplemente atento a la deriva, al instante de clavar, al estudio del interés o el rechazo de los peces, del dragado…

Si, podemos confirmarlo: definitivamente me puedo considerar un adepto más de la pesca a mosca, para siempre.

Boga del Lozoya

Resultado

De nuestro lado: +15 bogas

Por parte del río Lozoya: Ninfa perdigón oreja de liebre (un adorno innecesario en uno de los árboles de la orilla)

Conclusiones

Lo bueno: Superar por mucho las espectativas: «estrenarse» con la mosca, tanto a ninfa como a seca, y en abundancia.

Lo malo: Sin noticias de las truchas (aunque reconozco mi traición a este objetivo principal)

Una imagen: Río Lozoya

Río Lozoya by eRdAvE
Río Lozoya, a photo by eRdAvE on Flickr.

Una de las mejores ventajas del vadeador es poder alcanzar rincones maravillosos como éste. Aquí picó la primera boga del día. Imposible lance alguno. Ninfeando al hilo, apenas con un metro de bajo y tirando de puntera. ¡Doble alegría!

Una imagen: Coto de Miraflores

La mañana del domingo pude por fin hacer mi primera visita a este coto de la sierra madrileña. El tiempo no iba a acompañar – Maldonado no suele fallar en su web -, pero ya había planificado la jornada con un amigo hacía un par de semanas, y esa rigidez del calendario es lo único que nos permite poder ir juntos de pesca.

Frío y agua. Pero durante las primeras horas de la mañana el sol lució un poco. Lo justo para poder apreciar la belleza del paisaje que lo rodea.

Coto de Miraflores (Madrid)
Coto de Miraflores (Madrid)Coto de Miraflores (Madrid)

Una imagen: Río Jarama

Y me declaro, oficialmente, seguidor incondicional de Nicola Zingarelli. No dejéis de visitar su galería.

Cuaderno de Pesca: Bolo en San Juan

Embalse de San Juan (Madrid)

Cuaderno de Pesca: Día #2

Fecha: Sábado 16 de Junio de 2012
Lugar: Embalse de San Juan, Madrid (España)
Objetivo: Black-bass de tamaño medio (1 a 2 Kg)
Equipo: Spinning – Vinilos y Artificiales duros (jerkbaits)

Crónica

Me gusta ser honesto, así que vaya por adelantado que esta es la crónica de un señor bolo. No seré yo quien haga perder el tiempo a los ávidos devoradores de vídeos e relatos cargados de capturas. ¡Que más quisiera yo que complacer en eso! Pero no, este no es el caso.

Muy tentado estuve de no mostrar mis vergüenzas en público, pero a raíz de ese «orgullo bolo» que me ha dado por reivindicar (ver artículo) finalmente me he animado a escribir crónica del mismo. Haced con ella lo que prefiráis; os podéis partir la caja de risa, sentiros identificados, sentiros mejores como pescadores… ¡Se admiten críticas, sugerencias y comentarios de todo tipo!

Antecedentes:

Esta ha sido mi segunda visita al pantano madrileño. Mi primera vez en el embalse de San Juan, apenas un mes y pico antes, había resultado un éxito rotundo, sobretodo comparándolo con esta última: ¡me estrenaba con el black-bass! Primero con tres «raspillas», de la mano del popular Countdown de Rapala, para dar la campanada con un buen ejemplar que rondaría entre 1.5 o 2 Kg, que capturaba con el que hasta ahora es mi señuelo artificial favorito: Bill Lewis High Def Bluegill.

La jornada:

Con estos antecedentes mis expectativas eran altas. Recordaba perfectamente los lugares donde había tenido las picadas o avistado a los basses, con la «ventaja» de saber que señuelos me habían dado mejores resultados. Ya sabéis, la ilusión que alimenta esta afición y que hace que un «madrugón» en pleno fin de semana siente tan bien, independientemente de la cantidad de kilómetros por recorrer.

A mi llegada al embalse ya había un pequeño grupo de pescadores preparando sus patos junto al coche; buen rollo y camaradería. Muchas ganas en el ambiente de pasar una agradable jornada de pesca; contagio de ilusiones y expectativas.

Los primeros lances los realizaría en el zona del «embarcadero» (donde los patos hacen su entrada al agua). Allí donde saltaba un pez (muchos, a estas horas) dirigía mi Norman Suspend DD22 de color «tomates verdes fritos»… con la esperanza de que esos barbos estuvieran surcando los cielos a modo de evasión de algún depredador. Tal vez así conseguiría atraer su atención con mi señuelo «facilón». Tras cuatro o cinco intentos, cuando menos lo espero, el DD22 se detiene bruscamente durante la recogida. Doy un cachete instintivo y ¡ZAS!: la caña pierde tensión y recojo un trenzado. Sin comentarios. No se a vosotros si os ha ocurrido, pero a mi se me quedó cara de tonto. ¿Anudé mal el trenzado al grillete? ¿Un lucio acaba de darle un tajo a mi trenzado del 0.20 de 13Kg de resistencia? Permitidme que me quede con lo segundo para añadirle algo de mística al relato, aunque desde luego ahora me tomo muchas más molestias con los nudos que realizo, tal vez porque finalmente no hubo más rastro de Eduardo Manostijeras en aquella zona.

Tras perder el señuelo decido redirigir mis pasos hacia las posturas que me dieron éxito en la última visita al embalse. La primera sorpresa fue ver como en apenas unas semanas el nivel del agua había bajado casi dos metros, pudiendo literalmente caminar sobre algunas de las rocas donde había localizado basses.

Las reglas del juego habían cambiado, pero aún así sería en esos puntos de la orilla donde probaría con todos los señuelos que dieron buenos resultados: los ya comentados Countdown de Rapala y la estrella de mi mochila, el Bill Lewis High Def Bluegill, concentrándome más en el mismo lugar donde éste último cosechara la victoria en forma de 2Kg aproximados de Black-Bass.

Nada, cero, vacío, void, null, nil… ¡¿nada de nada!? ¡¡Peor aún!! Mi Bill Lewis se engancha en el fondo… 10 minutos inútiles dedicados a intentar rescatar al héroe, seguidos de otros tantos de blasfemias e improperios. Repose en Paz.

Continuaría pues mi recorrido a lo largo de la orilla, buscando ahora esas buenas respuestas de los basses pequeños al Countdown, reproduciendo exactamente los mismos resultados: NADA.

Ni la más triste picada. Acompañado por una tortuga, que parecía contemplar con curiosidad – o más bien incredulidad – mis lances, así como algún baby-bass aprendiendo a distinguir entre comida y vinilo. Tiempo de volver a casa justo cuando el calor empieza a apretar. Sería en el camino de vuelta cuando se produce el hallazgo que equilibraría mínimamente la balanza un poquito a mi favor: encuentro en la orilla una spinnerbait enganchada a una roca, otrora sumergida por las aguas. Una Stanley Wedge que, a modo de amuleto, seguro que dará sus frutos…

Mientras, el embalse, se convierte en escenario de todo tipo de actividades actuático-deportivas.

Resultado

De nuestro lado: 1 Stanley Wedge Spinnerbait

Por parte de San Juan: 1 Norman Suspend DD22 y 1 Bill Lewis High Def Bluegill

Conclusiones

Lo bueno: Todo lo que un bolo puede ofrecer: disfrutar del paisaje y el paseo al aire libre. ¡¡Y una spinnerbait!!

Lo malo: Perder mi señuelo estrella, junto con la sensación de estar en el lado equivocado del embalse – ¿dónde estaban los basses? – y de estar haciéndolo mal.

Mi mejor Bolo

De entre las múltiples acepciones y usos recogidos por la RAE para la palabra «bolo», nos atañen las siguientes:

bolo1, la.
quedarse bolo.

1. loc. verb. U. para referirse al cazador que no cobra pieza ninguna.

volver bolo.

1. loc. verb. quedarse bolo.

Una expresión tan común y coloquial que queda efectivamente recogida y reconocida por la Real Academia Española. Se habla pues con propiedad cuando utilizamos el término tras una jornada en la que, a lo sumo, habremos tenido alguna picada, no más. La definición de la RAE es concisa, como debe ser. Sin embargo hay bolos y bolos… no todos son iguales, ni nos dejan con la misma sensación.

Hace unos meses leía una viñeta en la que dos pescadores veían a un tercero como iba de regreso a casa comentando las alegrías que la naturaleza le otorgaba; el canto de los pájaros, el olor de la hierba fresca, el maravilloso paisaje… «Otro que vuelve bolo«, le decía uno de los primeros a su compañero. Como la vida misma, quién no se consuela es porque no quiere. Aunque sin duda el autor de la viñeta pone el dedo en la yaga, no es menos cierto que el componente «naturaleza», el entorno, es un factor que contribuye de forma vital a las sensaciones vividas durante la jornada de pesca. Y lo hace siempre para bien: si tenemos éxito, refuerza y potencia la experiencia, la hace redonda. Si volvemos bolo nos hace la derrota más llevadera. No en vano, a los que nos gusta la naturaleza y somos aficionados a explorar rutas, o al senderismo, «perdernos» en la tranquilidad y belleza del entorno es de por sí un bálsamo necesario, sobretodo para los que la mayor parte del año estamos anclados al asfalto.

Laguna de las Madres (Arganda del Rey, Madrid)

Paz y tranquilidad en la Laguna de las Madres

Que sí, que un bolo es un bolo. Pero esta afición en general, y en concreto las posibilidades de travesía que nos ofrece el spinning continental, nos aporta una doble ración de satisfacciones. Personalmente creo que la clave para disfrutar, y minimizar también el poso amargo que deja la «derrota», será saber elegir destinos que independientemente de la pesca nos ofrezcan a los sentidos y al corazón aquello que buscamos de la naturaleza.

Salir de pesca es también una gran oportunidad si te apasiona la fotografía. Dividir el tiempo entre lances e instantáneas es otra manera de diversificar los «riesgos anímicos» de un bolo. ¡Esto al menos nos ayudará a realizar alguna captura – fotográfica – interesante! El paisaje, la flora o la pequeña fauna pueden convertirse en un objetivo secundario que nos proporcione mayor entendimiento y visión del entorno que hemos elegido.

Tal vez debamos aplicar el mismo principio expuesto por John GierachHow small a trout«) para el tamaño de la captura cuando de bolos hablamos. Puede ser interesante un cambio de enfoque, y tratar de medir los bolos en una escala inversa, ver la botella medio llena, intentando establecer una categoría personal encabezada por el mejor bolo que hayamos vivido.

Personalmente recuerdo una mañana en las Lagunas de las Madres, en Arganda del Rey (Madrid). Los elementos estaban en contra a priori: pescar basses por primera vez, en un espacio muy presionado y en pleno invierno. El bolo estaba casi garantizado. Sin embargo estar completamente solo en mitad de la laguna, bajo un sol regalado y en un magnifico silencio todavía hoy me transmite una extraordinaria sensación de paz. Fue una cura milagrosa para el estrés acumulado durante toda la semana de trabajo. No hubo ni una sola picada. A día de hoy, mi mejor bolo.

Truchas Sin Muerte a Spinning: de cucharillas y normativas

Normativas de Pesca de las Comunidades AutónomasEl llamado «sentido común» es una gran mentira. No existe, al menos en España. Lo entendemos como aquello que la mayoría piensa, lo que es «de cajón» vamos. Y sin embargo debe ser que cada uno de nosotros tenemos un sentido común bastante particular. Como suelen decir de las opiniones, son como el culo, todos tenemos uno.

Mi poca experiencia con la pesca continental va lógicamente unida también a mi falta de tablas con la normativa de pesca vigente. Perdón, quise decir normativas, en plural, pues hay tantas como Comunidades Autónomas. Cada una con su propio sentido común distinto al del resto, como mandan los cánones de la diferenciación e identidad del mosaico nacional.

Pongamos como ejemplo estas dos comunidades autónomas: la Comunidad de Madrid y la Comunidad de Castilla y León. Como pescador a Spinning, y comprometido con la filosofía-religión-ética del captura y suelta, mi principal interés siempre ha sido ver que señuelos puedo usar en los tramos sin muerte. Y especialmente en lo que concierne a las cucharillas (respecto al uso de mosca artificial con buldó, honestamente, sigo sin saber claramente como queda situada esta técnica desde el punto de vista legal). En ambos casos la normativa actual ha evolucionado, de forma correcta – o al menos coherente – en mi opinión, hacia permitir tan sólo las cucharillas de un solo anzuelo y sin «arponcillo» o muerte. Mi «sentido común» me hace estar de acuerdo en ambas restricciones, es decir: no usar triples o poteras, y no emplear anzuelos con arponcillos, pues sabemos que producen heridas o desgarros severos durante el desanzuelado del pez.

Así por lo tanto, teóricamente, podremos usar las cucharillas de un solo anzuelo y sin arponcillo en todos los tramos trucheros «sin muerte» o catalogados como «captura y suelta», ¿verdad? Pues no. Al menos en la Comunidad de Madrid no es así. Mientras la normativa para Castilla y León dice:

6.2.2 En todas las aguas declaradas trucheras, los días en que esté establecida la pesca «sin muerte» los anzuelos deberán ir siempre desprovistos de arponcillo. Asimismo, en esos días de pesca no se autoriza el uso de señuelos en cuyo montaje se emplee más de un anzuelo, en todo caso, dicho anzuelo deberá ir desprovisto de arponcillo.

6.2.3. En las aguas declaradas trucheras, en aquellos días en que se hubiera establecido la pesca en la modalidad «sin muerte», en los escenarios deportivo-sociales de salmónidos, en los tramos libres sin muerte de salmónidos y en aquellos cotos de pesca que específicamente así se autorice en los apartados 7.º, 6.º y 5.º, respectivamente, de correspondientes Anexos provinciales, sólo se podrá utilizar la mosca artificial, en cualquiera de sus variedades o montajes así como la cucharilla de un solo anzuelo. En el resto de los cotos, se estará a lo dispuesto en su reglamentación específica (apartado 5.º de los Anexos provinciales). No obstante, en todos los casos anteriores será de aplicación lo previsto en los puntos 6.2.1 y 6.2.2 de este artículo.

Es decir, que el uso de la cucharilla de un solo anzuelo sin muerte, en Castilla y León, está autorizado para:

  • aguas trucheras bajo la modalidad «sin muerte»
  • escenarios deportivo-sociales de salmónidos
  • tramos libres sin muerte de salmónidos
  • cotos de pesca donde específicamente se autorice.
La orden de la Comunidad de Madrid estipula sin embargo lo siguiente:
Artículo 23.
[…]
5. En los tramos de “captura y suelta” solo se permiten anzuelos sencillos (esto es, de una sola punta), desprovistos de arponcillo. En los tramos incluidos en la zona truchera solo se permite que estos anzuelos sean mosca artificial, ninfa o “streamer” y, excepcionalmente, la cucharilla de un solo arpón sin muerte, en aquellos acotados en los que se permita su empleo y así se indique en el Anexo II de esta Orden.
En los acotados I, II, III y V del Anexo II, solo se permiten montajes de una línea con un solo anzuelo, quedando prohibido el empleo de potera u otros aparejos artificiales con más de un anzuelo.

 Si se lee detenidamente, para los técnicos de la Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid no todos los tramos de «captura y suelta» son iguales. Se permite la cucharilla de un solo arpón sin muerte solo en los acotados que así lo indiquen en el listado del Anexo II de la orden. Es decir, se permite en un coto que tenga un tramo o modalidad de «captura y suelta» y no sin embargo en los tramos libres sin muerte que haya declarados en las aguas trucheras (Anexo X). Si alguien lo entiende, que me lo explique. Los que aún no somos mosqueros (todo llegará) no tenemos un tramo truchero libre sin muerte en la Comunidad de Madrid, estamos obligados a pasar por un coto.

Si la normativa se elaborase, entre otras cosas, para proteger a la fauna piscícola, lo lógico sería – de nuevo el «sentido común» – o bien prohibir o bien autorizar un tipo de señuelo para la captura y suelta de salmónidos, pero no ambas cosas a la vez en función de si las truchas habitan un tramo libre o un acotado (¡manda güebos!).

Terminará siendo necesario contratar a un asesor especializado para saber que llevar al río, no solo ya en función de la Comunidad Autónoma donde vayamos a pescar el fin de semana, sino también dentro de la misma – como ocurre en Madrid – para evitar que nuestro «sentido común» nos lleve, para colmo, de cabeza a una sanción administrativa… Esto nos pasa por involucrarnos en el captura y suelta. Si quisieramos llevarnos las truchas a casa, no tendríamos tantos problemas.

Y si vamos a tener que lidiar con tantas normativas como comunidades autónomas, por lo menos que cada una de ellas ofrezca una visión clara, sin problemas derivados de la interpretación de la misma. No creo que sea muy difícil «homogeneizar» los términos empleados por las mismas… y todos tengamos claro qué significa señuelo, qué significa anzuelo, qué significa postura…, pues incluso ahí hay dificultades de interpretación de la normativa. Para muestra, un botón: cuando la Comunidad de Madrid dice:

Artículo 23.
[…]
2. En todas las aguas de la Comunidad deMadrid se prohíbe el empleo de señuelos de más de tres anzuelos y cualquier aparejo de más de tres posturas, salvo aquellos escenarios en que esté autorizado el control de grandes predadores.

 ¿Significa esto que está prohibido el uso de los señuelos artificiales tipo «rapala», con dos poteras? ¿Cuantos anzuelos tiene un pez artificial? ¿Dos o Seis? La respuesta no es trivial en cuanto que en la misma normativa, como hemos visto antes, se hace referencia al concepto de «anzuelos sencillos». ¿Se entiende pues que existen los «anzuelos múltiples» y por tanto un jerkbait o un crankbait tiene dos anzuelos?