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Cuaderno de Pesca: río Eresma

Cuaderno de Pesca: Días #3 y #4

Fecha: Julio de 2012
Lugar: Río Eresma, Segovia (España)
Objetivo: Trucha autóctona – explorar nuevo entorno
Equipo: Spinning – Cucharilla de un solo arpón y sin muerte

Crónica

Forzado por las «restricciones» establecidas en los TLSM de la Comunidad de Madrid, donde la cucharilla no está permitida, ni siquiera cuando solo va provista de un arpón sin muerte, decidí ampliar el radio de acción a unos pocos kilómetros más, hacia la Comunidad de Castilla y León, pues ya disponía de licencia para la misma.

Investigando los tramos libres sin muerte y escenarios deportivos más próximos de las provincias limítrofes con Madrid, pude localizar en Segovia, en el río Eresma, un objetivo apropiado: el EDS Eresma. Su distancia desde el centro de la ciudad, pasado el puerto de Navacerrada, lo convierten en una localización muy asequible para realizar incluso alguna escapada por la tarde, aprovechando los largos días de verano. O al menos para los que estamos acostumbrados a los desplazamientos «asumibles» de la capital.

La primera jornada pintaba desde luego muy calurosa en pleno mes de Julio, lo cual al mismo tiempo es en sí era un aliciente para poder «vadear a pelo» y refrescarse. La realidad en cambio estableció sus propias condiciones:

– El clima en la sierra no tenía nada que ver con el de la ciudad. Totalmente cubierto y amenazando lluvia
– El cauce del río Eresma en este punto convierte el termino «vadear» en un concepto desproporcionado (había que esforzarse, y mucho, por conseguir un tramo en el que cubrir la rodilla)

El límite inferior del EDS Eresma se sitúa en el área recreativa de Los Asientos, buen lugar donde dejar el coche y recorrer pues el tramo río arriba. Primeras impresiones nada más llegar: área bien cuidada, y la normal presencia en esta época del año de personas disfrutando del entorno y el merendero. Un destino que apuntaría a la lista de lugares para disfrutar junto a la familia.

Del Eresma me sorprendió su contenido «tamaño», sobretodo por su calado. No por anormal, sino por ser la primera vez que iba a intentar pescar en un río de estas reducidas dimensiones. Alrededor de seis metros en sus tramos más anchos y de unos dos metros en los estrechos, con una profundidad media de «un palmo de agua». No habría creído posible pescar allí si no hubiera sido por los comentarios leídos en Internet, y por estar catalogado como espacio deportivo social (y tramo libre sin muerte por tanto fuera de competiciones planificadas).

El tramo es bien corto, de apenas 1Km de longitud, y se puede recorrer completamente disfrutando de un estupendo paseo por los senderos que lo bordean en ambas márgenes. Cómodo y sin ninguna dificultad física. El paisaje es estupendo, excepto tal vez en las zonas donde la proximidad de la carretera es evidente. El río tiene en este tramo rincones verdaderamente bonitos.

Decidido a ir contra los cánones, me voy directo hasta el tramo superior para pescar río abajo, con la intención de finalizar junto a la zona del parking, ya que el principal objetivo de estas jornadas eran las de explorar una nueva zona, descubrir todos los rincones posibles, sin detenerme demasiado en cada zona.

Llego al extremo superior, justo a la altura del puente de Navalacarreta, improviso – por primera vez – un aparejo de buldó con una una ninfa al final del bajo (¡gracias por las moscas, Jose!)… para ver de que va esto. Las sensaciones son extrañas, la novedad; echando en falta sentir la cucharilla trabajando al final del bajo. Sigo la deriva de la corriente, dejándome la vista para localizar la mosca. Un par de lances y compruebo como despierto la curiosidad de una pequeña (muy pequeña) pintona. Se queda en eso; el desinterés ha sido más que evidente tras el breve periodo de observación. Y no da tiempo para un lance más… las gotas de lluvia que habían aparecido tímidamente deciden acompañar en magnitud a los truenos y relámpagos que empiezan a resquebrajar el cielo.

Preocupado por el aparato eléctrico fundamentalmente, decido refugiarme bajo el puente de piedra (menos mal haber llegado aquí a tiempo). Cuarenta y cinco minutos de rayos y centellas.

Terminada la tormenta retomo la actividad. Para pasar el tiempo, entre otras cosas, me dediqué a preparar de nuevo el bajo para la cucharilla, guardando buldó y ninfa. Así que con la confianza retomada por el aparejo conocido, comienzo a probar río abajo, siempre desde orilla (el tiempo no acompaña mojarse los pies). ¡¡Y llegó la primera!! Cucharilla río abajo, recogiendo muy lentamente, para dejarla prácticamente suspendida en el pequeño torrente donde estoy probando suerte. La pequeña trucha demuestra su coraje saltando por los aires, rozando entre brinco y brinco la superficie del agua. A tres metros se suelta del único anzuelo sin muerte de la cucharilla. Queda la maravillosa sensación de haberlo conseguido, cuando uno empieza a dudar de poder enganchar un pequeña trucha en aguas de apenas un palmo de profundidad, con una cucharilla del número dos (¡enormes para estas lugareñas!) y un bajo del 0.20… Suerte, pues tal vez, pero la satisfacción no es menor.

Emocionado como estoy por la captura, me vengo arriba justo para darme cuenta que estoy rodeado por ganado bravo… No son Miuras desde luego, pero las miradas fijas y penetrantes de algunas vacas no las interpreto como amistosas… prefiero recoger, dar un rodeo y continuar río abajo… La luz va mermando algo más rápido de lo calculado, lo cual es lógico encontrándonos en la cara norte de la sierra y en pleno bosque. Será en las pequeñas pero hermosas gradas del Eresma, próximas al parking, donde consiga capturar la segunda trucha (esta vez si llega a mis manos). No pudo resistirse a una cucharilla de colores amarillo y naranja fluorescentes. Hora de volver a casa con la sensación de haber enderezado una tarde que prometía decepción por culpa de la tormenta eléctrica.

Animado por la experiencia, y tras comprobar el pronóstico del tiempo, me animo a repetir apenas unos días después. Durante el viaje de ida en coche hago un repaso de la estrategia a plantear, localizando en el mapa mental aquellos lugares que me ofrecieron mejores resultados, querenciosos para la imaginación en el fondo… pues no es garantía de nada probar la misma técnica en los mismos lugares. Voy recorriendo la lista en mi cabeza cuando me doy cuenta de haberme olvidado de un par de importantes puntos pendientes: la cucharilla más pequeña, obviamente, sigue siendo del número dos, si no he tenido a bien de proveerme de nuevas… e igualmente el bajo de línea es del 0.20… Vaya cagada, con perdón. El ansia a veces nos ciega… y también la falta de tiempo y precipitación por aprovechar las pocas oportunidades que ofrece los quehaceres cotidianos. Lo positivo: ya tengo una buena motivación para la próxima temporada :)

La segunda visita a este escenario deportivo tiene como resultado el mismo balance positivo, con un par de capturas. Una de ellas ha entrado directamente en el libro personal de récords, ocupando el puesto de «la trucha más pequeña jamás pescada». Es realmente sorprendente como un espécimen de tan reducido tamaño pueda siquiera haber intentado lanzarse sobre una cucharilla de casi la mitad de grande que ella misma, y de peso también superior. No hubo picada. Sencillamente inexistente. Por suerte me di cuenta de que estaba enganchada al anzuelo al recoger, justo antes de proceder al siguiente lance. La situé sobre la palma de la mano, sumergiéndola en una zona de poca corriente y retirar el anzuelo muy suavemente (¡¡qué importante usar anzuelos sin muerte!! En este tramo es obligatorio, pero en uno «con muerte», de haber empleado anzuelos con arponcillo, habría supuesto un daño irreparable en un animal que en cualquier caso tendría que ser devuelto al agua).

En definitiva, la segunda visita, aunque igual en «resultados», me aportó dos importantes puntos adicionales a la experiencia anterior: el primero de ellos, una mayor capacidad de localización visual de las truchas, disfrutando además al ver como perseguían como locas las cucharillas – aunque para perder inmediatamente el interés en las mismas. Y el segundo, el placer de refrescarme en pleno mes de Julio con unas aguas de temperatura exquisita a la altura de los tobillos en un entorno extraordinario…

Resultado

De nuestro lado: 3 truchitas peleonas y 1 alevín intrépido

Por parte del río Eresma: Chaparrón y tormenta eléctrica

Conclusiones

Lo bueno: Un gran paisaje en el que poder practicar la pesca, y también acudir otras ocasiones con la familia bajo el rol de dominguero :)

Lo malo: Con buen tiempo y en fin de semana la afluencia de gente es elevada (y comprensible). Resta el sosiego que muchas veces buscamos… y acojonan a las pintonas :)

Los espíritus del Eresma

Fue este verano cuando descubrí el río Eresma. Todavía no he logrado reunir el tiempo suficiente para terminar de escribir la crónica de aquel par de jornadas tras las truchas de su escenario deportivo, entre Boca del Asno y el coto de Valsaín. Espero hacerlo en breve.

Pero a principios de octubre pude volver, no para pescar, si no para pasar una agradable jornada con la familia. Ocasión que no desaproveché para dedicarle algo más de tiempo a la fotografía de este magnífico lugar. La fortuna estuvo de mi parte y ante mí aparecieron los espíritus del Eresma.

Río Eresma #1

Río Eresma #2

Río Eresma #3

Río Eresma #5

Río Eresma #4

Río Eresma #7